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CRÓNICA DESDE EL III CONGRESO DE LIBRO ELECTRÓNICO

La librería física de Amazon podría ser la puntilla para el librero de toda la vida

Los libreros aún no pulsan el botón del pánico. Y los expertos lo tildan de experimento. La apertura de la librería física de Amazon en EE UU todavía no se ve como amenaza. Sin embargo, podría causar un tsunami.

 

Amazon abre su primera librería física

Amazon abre su primera librería física Amazon

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En un nuevo Congreso de Libro Electrónico, en el que no está presente nadie de Amazon es imposible que, tarde o temprano, no se acabe hablando de Amazon. En los corrillos o en las ponencias se menta su posición dominante, su presión en los precios o… se charla sobre su última idea, locura o estudiado plan.

La tienda de Jeff Bezos sorprendió al sector cuando anunció la apertura de una librería física en Seattle (EE UU), en un movimiento que se tilda más de acción de marketing que de estrategia comercial. ¿O no?

“Yo no estaría preocupado si fuera un librero, porque en esa librería solo hay cubiertas y apenas unos 5.000 títulos, la mitad que en mi casa. Pueden que aprovechen como logística para entregar ahí libros al comprador, en lugar de enviárselos a casa”, explica Manuel Gil, consultor editorial.

“Otra cosa es que mañana creen una gran superficie en la que vendan al por menor 80.000 títulos o se expandan con una gran red de librerías ubicadas en lugares céntricos, como las tiendas de Apple”, añade Gil.

Sin embargo, otras voces sí adelantan las posibilidades reales de negocio que una tienda física o una red de tiendas le daría a Amazon respecto a las grandes cadenas –Casa del Libro, El Corte Inglés, Fnac- o frente a la librería de toda la vida.

“Algunos libreros ya no saben qué títulos vender para recuperar ingresos. Muchos están desconectados de los gustos de ciertos lectores. En cambio, Amazon cuenta con una gran base de datos de hábitos de compra de sus clientes”, explica Roger Domingo, director editorial de Deusto.

Así, Amazon podría lograr que sus robots fijaran qué tipos de libros quieren los lectores de una ciudad, un barrio o una calle y poner esos títulos en primera fila del lineal. De hecho, esa primera librería de Seattle así lo hace, según comunicó la empresa.

Las librerías españolas viven de las novedades y un bestseller apenas dura un mes en sus anaqueles. Esos libros nacen un día en las estanterías y a las pocas semanas se emancipan en forma de devoluciones. Así, los invendidos provocan que los libreros devuelven más del 30% de lo que les despachan desde las editoriales.

“Con que solo logre parar un 10% de ese porcentaje de devolución de libros ya hará negocio en esas librerías físicas”, añade Roger Domingo.

Con este posible panorama, el gremio de libreros –ausente en este III Congreso de Libro Electrónico-, y que mantiene una guerra perpetua contra Amazon, tampoco teme al lobo feroz.

“Nosotros vemos la apertura de cualquier librería, ya sea de Amazon o de otra empresa, como algo bueno para el gremio. Siempre que se respete el precio fijo y las leyes fiscales españolas”, nos explica Juancho Pons, presidente del gremio de libreros CEGAL, en conversación telefónica.

El responsable de CEGAL cree que una librería Amazon no es un problema. Más bien, añade, el problema es que los libreros no han sabido comunicarle a sus lectores que el precio de un libro en España “es el mismo en cualquier punto de venta” (precio fijo marcado por el editor).

“Tenemos que hacer entender a la gente que comprar una novela en Amazon no es más barato que en una de nuestras librerías”, añade Pons.

“Además, que abran una librería física en Madrid o Barcelona no significa que vayan a tener más información que cualquier otra, o que Casa del Libro o Fnac. No termino de entender qué datos les dará ventaja”, añade Pons.

Las librerías españolas acumulan caídas de ventas del 37% en cinco años, pero cuentan con una jugosa facturación por valor de más de 735 millones, según el último Informe de Comercio Interior del Libro de la patronal de editores.

Es un volumen de negocio muy tentador para cualquier multinacional extranjera con control absoluto de qué quieren sus clientes, cuándo, cómo, dónde y en qué formato –papel o digital-.

“El comercio online nunca había funcionado en nuestro país antes de la llegada de Amazon, pero este hábito ha cambiado radicalmente. La gente ya no visita librerías y ahora opta por internet como lugar de compra”, finaliza Manuel Gil.

Lo dicho, los libreros aún no han pulsado el botón del pánico. Todavía no temen a una hipotética ‘casa del libro’ de Amazon. Sin embargo, empieza a verse tras la bonanza una fuerte marejada. Quizás un tsunami.

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