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PERSONAS QUE HACKEAN SUS PRÓTESIS, LOS NUEVOS 'CIBORGS'

Hackea tu cuerpo para convertirte en superhombre

La sordera, al principio, parecía la puerta de una prisión. Algunos médicos echaron la culpa al rock. Otros lo atribuyeron a la genética. Frank Swain esperaba que alguien dijera incluso que los videojuegos o el sexo adolescente habían arrancado los sonidos de su vida para siempre. Pero en lo único que todos se pusieron de acuerdo fue en que era irreversible. Hasta entonces todo lo que había escuchado “estaba envuelto en terciopelo”, pero, de algún modo, su “ecualizador interno se desconfiguró”.

Frank Swain, un auténtico 'ciborg'

Frank Swain, un auténtico 'ciborg' TecnoXplora

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Este escritor y periodista tenía entonces 30 años. Y eso ocurrió solo hace dos. El principio fue un estruendo. “La sordera es una condición muy solitaria”, dice el británico a TecnoXplora. “Dejar de escuchar te saca de cuajo de las personas a tu alrededor”. Pero en este tiempo sus ideas se han invertido y todo suena mejor. Pasó de sentir una deficiencia a creerse un humano con capacidad de aumentar sus capacidades hasta límites impensables.

Frank Swain se describe como cíborg y asegura estar “emocionado” por las posibilidades que ve en el futuro. “Me apasiona la idea de hackear mi oído y expandir mi experiencia del mundo más allá de lo que las personas sin este problema pueden alcanzar”.

“La evolución de humano a cíborg ya ha empezado. Nos implantamos dispositivos en nuestros corazones, nuestros huesos, nuestra piel, nuestra mente, nuestra columna vertebral, nuestros órganos reproductivos... También prótesis de extremidades e incluso ojos”, indica. “El uso médico de estos dispositivos irá por delante, por supuesto. Primero intentaremos reconstruir los daños que sufren las personas para que vuelvan a ser como un humano convencional, pero, después, estos pacientes se darán cuenta de que pueden ser mucho mejores que un individuo común”.

El primer día que Swain usó la prótesis no entendía nada. “Una enfermera me enseñó a utilizar el dispositivo. Veía que ella hablaba y el sonido llegaba un instante después”, cuenta. “El doctor me dijo que tenía que volver a entrenar mi mente para escuchar los sonidos de forma correcta”.

Lo aprendió y, además, hoy asegura que le encanta “ser, en parte, un robot”. Swain es uno de esos cientos de personas que ha reemplazado una parte de su cuerpo o uno de sus sentidos por la tecnología. En un reciente programa para Radio 4, de la BBC, dijo que “vivimos en la era del aumento y pronto todos podremos decidir si queremos potenciar de algún modo nuestras capacidades”. “Después de todo, gran parte de la tecnología de las prótesis aportan mucho más que solo reparar o completar lo que falta a un cuerpo o una mente”, continúa. “Ahora, además, ofrecen el potencial de convertirnos en más que humanos”.

Prótesis abiertas para ciborgs hackers

El escritor, cuando se vio con sus nuevos dispositivos de audición, se preguntó si podría hackearlos para amplificar y configurar a su gusto la capacidad de escuchar. La propuesta de Swain es llevar las tecnologías de aumento tan lejos como su propietario decida. En la actualidad, las compañías que producen estos aparatos (en formatos privativos) determinan cuánto extender la capacidad de una persona para escuchar a su alrededor. Pero si esas tecnologías fueran abiertas se podrían ampliar sus posibilidades infinitamente.

El periodista pone como ejemplo de esta búsqueda de sentidos más allá de lo humano a Neil Harbisson, el primer cíborg reconocido así en su carné de identidad. El artista nunca vio colores (solo blancos y negros) hasta que creó un dispositivo que le permitía 'escucharlos'. Ahora intenta percibir los rayos ultravioletas e infrarrojos, y superar así la visión humana.

“En mi caso, para escuchar un audio, podría conectar mi oído artificial directamente a un streaming en internet”, indica. “Los oídos están diseñados para escuchar gran cantidad de información sonora compleja a la vez. Mis oídos podrían reconocer muchas más cosas de las que reconoce un humano. Desde la actividad meteorológica al tráfico de internet de la zona en la que estoy. Con la aplicación adecuada, en vez de escuchar con dificultad, podría ser un súperhumano”.

Los límites, como siempre, estarían únicamente en la ética. Swain se pregunta, por ejemplo, cuánta fuerza debería tener un brazo biónico o si un implante de retina debería poder grabar al resto de personas.

El superhombre, con permiso de Nietzsche, ya no es el dueño de su voluntad de poder. Es el cíborg.

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