TecnoXplora » Internet » Empresas

ASÍ TRATA TU PRIVACIDAD LA APP QUE PLANTA CARA A WHATSAPP

Este es el contrato que podría hacerte firmar Telegram y aún no has visto

De momento no has firmado nada, pero algún día se darán cuenta y te lo intentarán colar de tapadillo. Por si acaso, echa un vistazo al contrato que el chat ruso redactó y aún no te ha pedido que suscribas. Avisamos: probablemente se te caiga un mito.

Telegram, la app de mensajería de moda

Telegram, la app de mensajería de moda TecnoXplora

Publicidad

Normalmente, cuando uno se registra en una app o se da de alta en un servicio de internet acepta una serie de condiciones y políticas que rigen su relación con la empresa que lo ofrece. Se trata de un contrato de adhesión vinculante, que se firma al pulsar el aparentemente inofensivo botón de ‘Aceptar’ tras marcar la casilla de ‘He leído y acepto…’. Eso es lo normal. Pero siempre hay una excepción que confirma la regla.

Es el caso de Telegram, el chat de moda, que pretende plantar cara al todopoderoso WhatsApp (y, al menos en España, no va por mal camino) apelando a la seguridad y, sobre todo, a la privacidad. Y aquí es donde empiezan a chirriar algunas cosas.

En primer lugar, la aplicación no pone a disposición del usuario, en ningún momento, su Política de Privacidad: ni la muestra durante el registro, ni pide que la firmes, ni cuenta con una opción para consultarla en sus menús o pantallas de configuración. Nada de nada. ¿Y esto qué quiere decir? Entre otras cosas, que los responsables de Telegram están recopilando, almacenando y tratando tu información personal sin el debido consentimiento previo (con una muy probable infracción en materia de protección de datos) y que no existe un vínculo contractual entre las partes basado en este caso en esa escasa política de privacidad, ya que no ha habido incorporación de las condiciones generales al contrato”.

En segundo lugar, dicha Política de Privacidad, que sí está disponible en su web (donde solo la encontrará quien la esté buscando expresamente), es extremadamente escueta y francamente mejorable en varios aspectos: por ejemplo, no especifica el tiempo que retienen tus datos, en qué país o bajo qué jurisdicción se procesan.

Lagunas que echan por tierra uno de los principales reclamos de Telegram. Como afirma el jurista TIC Jorge Morell en su web Términos y Condiciones, “es una alternativa interesante sin duda, pero no me parece que sea el salvador de la privacidad en mensajería. Si esa es la idea, estamos bajando el listón”. Con ayuda de este experto vamos a analizar las claves del único documento legal del que dispone el servicio ruso de mensajería instantánea.

¿Para qué podrán usar tus contenidos?

No se menciona por ninguna parte. Al contrario de lo que sucede en otros chats o redes sociales, el usuario (en el supuesto de que tuviera que aceptar la política) no otorga a Telegram licencia alguna sobre sus contenidos. Por tanto, tus mensajes, fotos y vídeos son tuyos, faltaría más, pero en este caso ni siquiera estás cediendo a la empresa una serie de derechos sobre ellos. No pueden utilizarlos para nada. Aunque en la práctica dicho contenido lo almacenan. Y no dudamos de que esa sea su única intención, teniendo en cuenta el aparente espíritu no comercial del servicio, pero no estaría de más que lo hubieran dejado por escrito.

¿Qué datos personales cedes?

No es algo que esté especificado en la Política de Privacidad, pero se deduce de alguno de sus apartados, de las FAQs de la aplicación y de la propia utilización del programa. Literalmente hablando, “Telegram solo almacenará los datos que necesite para funcionar de forma apropiada”. ¿Y eso que incluye? No lo especifican.

Presumiblemente se refieren a tu número de teléfono, nombre y foto de perfil (ambos opcionales), agenda de contactos, última hora de conexión, mensajes (salvo en los chats secretos), archivos y ciertos datos técnicos del dispositivo (por ejemplo, el sistema operativo o el modelo de móvil que utilizas). También es evidente que recopilan algún que otro dato relativo a tu ubicación, al menos el país desde el que te conectas (porque aparece cuando inicias sesión simultáneamente en varios dispositivos).

¿Qué pueden hacer con esos datos?

¿Pondréis anuncios? ¿Venderéis mis datos? ¿Raptaréis a mi esposa y esclavizaréis a mis hijos?. A todas estas preguntas, Telegram contesta “no”. Así que ya sabemos para qué no los utilizan (hacer negocio), pero nos toca suponer, en base al uso de la app, para qué sí. Una cosa está muy clara: sincronizan tu agenda con su base de datos para mandarte unas notificaciones la mar de molestas cada vez que uno de tus contactos se abre una cuenta en el chat.

Por lo demás, son de lo más rotundos: “Jamás compartiremos tus datos con nadie”. Una promesa que difícilmente pueden cumplir en su interpretación más literal. Es un compromiso factible no utilizarlos con fines comerciales, pero no tienen más remedio que compartirlos con las empresas que tengan subcontratadas para ofrecer el propio servicio, a no ser que lo hagan todo ellos y no hayan externalizado absolutamente nada (ni siquiera la gestión de los servidores o la atención al cliente) a un tercero. Cuesta creerlo.

¿Puedes darte de baja? ¿Cómo?

Puedes borrar tu cuenta de forma permanente a través de un formulario en la web de Telegram. El procedimiento es inmediato -te mandan un código a la aplicación, lo introduces y voilà-, pero tiene el inconveniente de que es casi imposible completarlo si te roban el dispositivo, que precisamente es una de las principales razones por la que podrías querer eliminar tu cuenta.

¿Cuánto tiempo retendrán tus datos si decides marcharte?

La desactivación de una cuenta de Telegram, inconvenientes aparte, es inmediata, pero desconocemos por cuánto tiempo mantienen en sus servidores -si es que lo hacen- tu información personal y el contenido que has compartido a través del chat (mensajes, fotos, vídeos...)

Al respecto solo dan una pista, que parece estar más referida al contenido que eliminas desde la propia aplicación que a la desactivación de la cuenta.“Todo lo que borres se borra para siempre”, afirman. “Excepto los gatos. Nunca borramos tus fotos graciosas de gatitos, nos gustan demasiado”. Humor al más puro estilo Tumblr.

Tampoco sabemos el plazo máximo que permanecen los mensajes en sus servidores hasta que consiguen hacérselos llegar al receptor (por ejemplo, en WhatsApp son treinta días).

¿Cuál es la edad mínima para darse de alta?

Otro aspecto sobre el que Telegram no se pronuncia, aunque, en realidad, en este caso la duda se puede solventar bastante bien. Aquí hablan las leyes y, al menos en España, es necesario ser mayor de 14 años -o menor de esa edad y disponer del consentimiento paterno- para registrarse en una red social en la que se cedan datos de carácter personal.

¿Cómo de extensas son las políticas? ¿Están en español?

Solo hay Política de Privacidad y está en inglés, sin traducciones. Es sorprendentemente escueta: 320 palabras, por todo lo alto. Algo así como media página de Word. O el número exacto de vocablos que el reverendo Martin Luther King era capaz de incluir en una sola frase en defensa de los derechos de los afroamericanos.

Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. No es exactamente el caso. Podrían haber escrito al menos un par de párrafos más y haber aclarado algunas dudas.

¿Pueden cambiar los términos? ¿Con qué condiciones?

Como no has firmado nada, que cambien lo que quieran. Eso sí, no bajes la guardia porque aprovechando una modificación podrían hacértelos leer y pedir que los aceptes. De hecho, lo lógico (y necesario) es que tarde o temprano eso suceda.

¿A qué legislación están sujetos?

La enésima incógnita. En su Política de Privacidad afirman que su infraestructura, basada en múltiples centros de datos, es la más rápida y segura, pero no especifican dónde están ubicados dichos 'datacenters'. Afortunadamente en Twitter son más locuaces y afirman, a través de dicha red social, que los datos personales de usuarios europeos se alojan en Londres. Un alivio, porque algunas legislación no europeas son menos garantistas.

¿Hay algo más que debas saber?

La mayoría de las curiosidades que encierra el chat ruso ya os las hemos contado, pero algunas de las más notorias son la mecánica del 'doble-check', que no es la misma que en WhatsApp, la avalancha de notificaciones que recibe el usuario cuando se registran sus amigos (si tiene muchos) y el concurso que han montado para animar a los hackers a que desmonten su servicio.

¡Ah! Y una cosa más: en Telegram están la sevillana y la caca con ojos de WhatsApp. Y en el fondo, eso es lo que de verdad importa, ¿no?

Publicidad