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PRESUME DE CRECIMIENTO ESPECTACULAR EN ESPAÑA

Las dos caras de Uber: motivos para amarlo u odiarlo

Uber ofreció en el EEC celebrado en Bilbao un discurso de economía colaborativa, generador de empleo y eficaz para el medio ambiente y contra los atascos... Pero, ¿es oro todo lo que reluce?

Niall Wass (Uber), durante su presentaciión en Bilbao

Niall Wass (Uber), durante su presentaciión en Bilbao Adigital

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Allá por donde pisa Uber suele quedar un rastro de polémica, y por ello decidieron pasar por el European Ecommerce Conference (EEC) celebrado en Bilbao con un perfil muy bajo. Tan bajo que Niall Wass, el representante internacional de la compañía, declinó la posibilidad de ofrecer entrevistas después de su intervención, una de las más esperadas junto a la de Airbnb, el servicio que permite a particulares ofrecer sus viviendas como alojamientos.

Durante la charla Wass afirmó que el crecimiento en número de viajes en Madrid y Barcelona de uberPOP, el servicio que permite compartir coche, ha sido muy alto: 3,5 veces más rápido que en ciudades como Londres o París en sus primeros 200 días. Esto, según datos de la compañía, que volvió a pedir que la legislación española se adapte a la “nueva economía”. "Las regulaciones locales sobre transporte deben tener en cuenta el autoempleo", afirmó Wass en la ciudad del Nervión.

En este punto llega la primera objeción: ¿Se aprovecha la compañía del discurso de la economía colaborativa? Según datos de la consultora PwC, es un mercado que mueve actualmente unos 15.000 millones de dólares, pero que dentro de diez años podría mover 335.000 millones, una cifra nada desdeñable.

Está claro que su servicio de chóferes (uberX, no disponible en Europa) no cumple este requisito, pero también el funcionamiento de uberPOP puede dejar dudas sobre si el discurso de la compañía se recubre de una pátina de economía colaborativa para abrirse camino en otras ciudades y ante otros competidores (Blablacar). Estas son unas dudas que ya planteamos a Carles Lloret, su CEO en España, y que todavía siguen en el aire.

De momento, el Parlament catalán ha instado al gobierno de la Generalitat a que permita que se puedan inmovilizar y multar con hasta 5.000 euros los vehículos de Uber. Nail Wass, en el breve turno de preguntas que concedió tras su conferencia, sostuvo que estudiarían caso por caso si ofrecerán cobertura legal a los conductores que usen su servicio.

Ante las preguntas de los asistentes, el portavoz de la compañía reconoció que, a lo mejor, no han explicado bien la filosofía de la empresa. Sus objetivos son aumentar la media de ocupantes de los vehículos y generar empleo. “Tal como hacemos en otras partes”, sostuvo Wass, que apostiló que “los españoles demandan nuevas soluciones más eficientes y económicas de movilidad”.

Los taxistas no le hicieron el juego a Uber

La capital vasca escuchó las razones de Uber y su comportamiento fue ejemplar, algo que agradeció José Luis Zimmermann, director general de Adigital, principal organizadora del evento. La ira de los taxistas no prendió la mecha en Bilbao y no hubo ningún incidente en el Palacio Euskalduna. Las protestas incendiarias del gremio en otras ciudades le han hecho una buena campaña de marketing gratuita a la compañía estadounidense, sin necesidad de “ganarse” sus apariciones en prensa.

Y aquí llegamos al momento más escabroso, el asunto que se sospecha que motivó que Uber diera la espantada a los periodistas españoles: el espionaje a los informadores que criticaran a la compañía. Esto suena a república bananera, pero es algo que sugirió Enric Michael, vicepresidente de la compañía, en una cena privada en Nueva York.

Según 'Buzzfeed', Emil Michael comentó en esa cena que quería destinar un millón de dólares en la contratación de cuatro detectives y cuatro periodistas que actuaran contra los medios críticos con la empresa. El trabajo de esta especie de Stasi del siglo XXI sería indagar en los trapos sucios de la vida personal de periodistas para que probaran de “su propia medicina”.

Ahora queda elegir con qué cara de Uber nos quedamos. Con la del chófer trajeado de las fotos oficiales o con la campaña de promoción sexista en Lyon que ofrecía pasar veinte minutos en “coches conducidos por tías buenas”. Se canceló rápidamente, pero existió ¿Al igual que los planes para hostigar a la prensa hostil?

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