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MOXIE MARLINSPIKE, EL MÁS TEMIDO POR LOS GOBIERNOS

El antisistema que inventó el cifrado de WhatsApp, Google Allo y Facebook Messenger

Los mensajes que tus amigos y tú intercambiáis a través de WhatsApp se transmiten de forma segura gracias al cifrado que inventó este anarquista larguirucho que se autodefine como ‘outsider’ de Silicon Valley.

Moxie Marlinspike, el terror de las agencias de espionaje

Moxie Marlinspike, el terror de las agencias de espionaje Knight Foundation en Flickr

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Lo más probable es que su cara y su nombre no te suenen, pero tienes que agradecerle algunas cosas: por salir en tu defensa, y en la de cada usuario de internet, Moxie Marlinspike se ha convertido en el 'hacker' más temido por las agencias de espionaje. Gracias a su obra maestra, a agencias como la NSA les resulta un poco más difícil hurgar en los detalles de tu vida.

Este anarquista larguirucho y con rastas, que de empresario tiene poca pinta, es el fundador de Open Whisper Systems y el creador de Signal, una aplicación segura de mensajería instantánea cuyo protocolo de cifrado está siendo utilizado por gigantes como WhatsApp, Google Allo y Facebook Messenger. Además, y aunque él mismo se considera un 'outsider', fue durante un tiempo el jefe de seguridad de Twitter.

Tremendo currículum para un muchacho que parece bastante joven (su edad se desconoce, aunque se sabe que se crió en Georgia y se mudó a San Francisco a finales de los '90, tras salir de la universidad) y cuyo verdadero nombre, por supuesto, no es Moxie Marlinspike. Se trata sólo de un apodo que utiliza para enfrentarse a gobiernos represores, dictaduras y multinacionales perversas.

Su mayor mérito es haber puesto al alcance de las masas el cifrado ‘end-to-end’ (de extremo a extremo), que impide leer o escuchar una conversación a cualquiera que no sean sus interlocutores.

Los intercambios entre emisor y receptor pasan por los servidores de una empresa (por ejemplo, Facebook), pero alterados para que resulten ilegibles. Un atacante o un servicio de inteligencia capaz de interceptar la señal, en principio, no podría comprender nada: sólo en el destino y en el punto de partida están las claves que descifran los mensajes.

A esta explicación se pueden añadir decenas de matices y pegas, pero lo innegable es que Moxie ha conseguido lo que nadie: que miles de millones de personas se comuniquen empleando un sistema de cifrado que los expertos consideran robusto (Edward Snowden, sin ir más lejos, lo ha alabado) y sin complicarse la vida. Incluso sin darse cuenta.

La otra cara del asunto es la que intentan mostrar los partidarios de un mayor control sobre internet, es decir, los detractores del cifrado que consideran que, para tener a raya a los delincuentes, las agencias gubernamentales deben tener ojos en todas partes. A ellos se refería Marlinspike cuando afirmó durante su intervención en la pasada conferencia RSA que “saltarse la ley debería ser posible” y que “hacer cumplir la ley debería ser una labor difícil”.

“Imagina que hubiera una realidad alternativa distópica en la que las autoridades fueran cien por cien efectivas, de tal forma que cualquier potencial infractor supiera que va a ser inmediatamente identificado, arrestado y encarcelado”, pedía el ‘hacker’ en un artículo que publicó días después de que Snowden desvelara los secretos más oscuros de la NSA. “¿Cómo podría decidir la gente que la marihuana debe ser legal si nadie la hubiera probado?”, se preguntaba acto seguido. “¿Cómo podrían los Estados decidir que el matrimonio entre personas del mismo sexo debe estar permitido?”

Con esta idea y las teorías de los anarquistas más célebres (que él mismo se encargó de recopilar) en la cabeza, el excéntrico Marlinspike se alza contra la cibervigilancia y la censura en internet con el código como arma y la privacidad como estandarte.

Los que han tenido ocasión de trabajar con él lo describen como un auténtico genio. Y, como todos los genios, el tipo es un tanto peculiar: circulan anécdotas disparatadas sobre Moxie, como que recorrió San Francisco en bicicleta enarbolando un mástil de 12 metros o que se compró un globo aerostático de segunda mano para aprender a pilotarlo por su cuenta y lo acabó estrellando en medio del desierto.

También se dice que es un hacha jugando a piedra-papel-tijera, hasta el punto de apostar cientos de dólares en cada partida. Según se cuenta, nunca pierde. Y de momento tampoco los gobiernos lo han podido derrotar.

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