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LA COMPAÑÍA ANUNCIÓ LA MUERTE DEL PROYECTO

Ojalá las Google Glass fueran así

Después de una de las mayores decepciones tecnológicas de los últimos tiempos, toca reinventar las gafas de Google (si aún queremos darle una segunda oportunidad). Quizás, las nuevas gafas deben formar parte de un trío inseparable para salvarse, acompañadas por tu móvil y tu reloj.

Las Google Glass miran al infinito pensando en su futuro

Las Google Glass miran al infinito pensando en su futuro Agencias

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¡Qué tiempos aquellos! Era abril de 2012 y Google daba un golpe en la mesa con un arma futurista: llegaban las primeras gafas de realidad virtual con un diseño atractivo. La compañía traía el 'wearable' definitivo, con la promesa de llevar todo lo que podías hacer con tu smartphone a los cristales de estos anteojos inteligentes. Habían nacido las Google Glass y ante ellas aparecía un futuro más que prometedor.

El objetivo de todo 'geek' era probarlas (sobre todo, para poder hacerse una foto con ellas y contar que las había llevado puestas un rato) y la expectación en torno al 'wearable' subía como la espuma. Se trataba de la disrupción hecha carne. El futuro había llegado.

Sin embargo, dos años después, las gafas arrastraban más sombras que luces y la compañía anunció, con un tuit, la muerte (o el reinicio) de las Google Glass:

¿Qué había podido fallar? El precio (1.500 dólares) no ayudó a que el producto se popularizara y, a la hora de la verdad, las características de las gafas dejaban bastante que desear: no cubren todo el campo de visión y para interactuar con ellas los usuarios deben hablarles (algo que quizás no sea muy cómodo si estás rodeado de gente) y usar el 'touchpad' situado en la patilla derecha, lo que tampoco parece muy cómodo. Por si fuera poco, la vida de la batería de las Google Glass no es muy larga y a su procesador no se le puede pedir mucho.

Si Google quiere darle realmente una segunda oportunidad al proyecto de sus gafas, toca reinventarlas. No ya en cuanto el diseño, sino en lo que respecta a esos otros detalles que, más allá del precio, han podido influir en el fracaso de las Google Glass.

Eso es precisamente lo que han hecho Ton Smets y Mees Boeijen, dos investigadores holandeses que proponen algún que otro cambio para que la futura versión de las gafas de Google no se conviertan en un nuevo fiasco.

Según estos dos becarios de la incubadora de 'startups' Greenhouse Group Labs, la salvación de las segundas gafas inteligentes de Google no debería estar en el propio cacharro, sino en tu muñeca y en tu bolsillo: las gafas formarán parte de un trío en el que le acompañarán tu reloj inteligente y tu teléfono móvil.

Un reloj inteligente es otro 'wearable' interesante, pero que tiene el mismo problema que las gafas: la batería dura más bien poco y la potencia de su procesador es escasa (tampoco se les puede pedir mucho a unas gafas y a un reloj, al menos a día de hoy). Sin embargo, que este 'wearable' vaya en la muñeca lo convierte en un dispositivo de control perfecto. Ya tenemos el mando a distancia de las Google Glass.

La imagen anterior resume parte de la propuesta de estos dos investigadores: la parte de la derecha es el menú que el usuario de las gafas vería en el cristal y que controlaría en todo momento con la pantalla táctil de su reloj inteligente, en lugar de con la voz.

Las dos columnas de texto que aparecerían en las gafas se corresponden con las dos columnas de puntitos de la pantalla táctil del reloj y a la cual no habría que mirar, ya que todo se vería a través de las gafas. La primera columna permitiría seleccionar una acción y la segunda concretarla (por ejemplo, elegirías a qué contacto quieres llamar). En la tercera columna aparecería un único botón con el que confirmar la acción.

El cerebro de todas estas operaciones también se traslada. Las gafas y el reloj piensan poco, así que la coordinación de todo estará en manos de tu smartphone, reduciendo así las tareas del reloj y las gafas. Esta triple conexión ha sido bautizada por Greenhouse como 'Heartbeat'.

¿Funcionaría?

En teoría, sí o, al menos , en parte. Según los responsables del proyecto, la batería del móvil (que se ahorraría el gasto de la pantalla) y la de las Google Glass se verían beneficiadas en este trío: la duración de la batería del móvil aumentaría un 34% y la de las gafas un 23%. Sin embargo, el reloj inteligente vería disminuida la duración de su batería. Según los cálculos de este grupo de investigadores, en un 24%, un porcentaje que "no es tan malo como se esperaba".

¿Será el futuro de las Google Glass parecido al que proponen estos dos investigadores holandeses? ¿Habrá siquiera una segunda versión? Mientras Google decide qué hacer con el que hasta hace poco era uno de sus proyectos estrella, solo nos queda recordar, con algo de nostalgia, lo que pudo ser y no fue.

Hasta pronto, Glass.

 

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