TecnoXplora » Gadgets

ARTESANÍA CONTRA LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

El hombre que construye con una simple lata de atún un robot para toda la vida

Javier Pitarque es a los robots lo que un lutier a los instrumentos musicales. Con una simple lata de atún, viejas casetes o un voltímetro, este peculiar 'papá Geppetto' crea pequeñas obras de coleccionista. Aquí, no existe obsolescencia programada, porque estos robots te podrían acompañar toda la vida.

Publicidad

El hombre que hoy “ve robots por todas partes” era director creativo en una agencia de publicidad. Cuando el estrés le estrangulaba, construía pequeños robots de hojalata, emulando aquel B9 de la teleserie ‘Perdidos en el Espacio’. Aquel pasatiempo, casi terapéutico, es hoy su forma de vida.

Porque Javier Pitarque es a los robots lo que un maestro lutier a los instrumentos musicales de cuerda. Busca por el Rastro, ferreterías, imprentas clausuradas o talleres mecánicos esa pieza que luego será la raíz o el tronco sobre el que crezca su próximo ingenio.

“A veces, me llaman papá Geppetto, porque soy como un buscador de tesoros. Me gusta pensar que hago arqueología urbana”, explica Pitarque, cuando nos abre su taller para esta entrevista.

Allí, vemos cómo una vieja lata de conservas es el cuerpo, llaves de mecánico son las manos y las patas de la mesa sus pies. El robot se llama como la marca de atún -Ortiz-, que ilustra su torso.

Cada una de estas piezas de coleccionista  son únicas; ninguna se repite. Pitarque es la antítesis de Andy Warhol. Aunque sus robots son esculturas, no se mueven.

“Sí, forman una escultura y, para mí, están vivos. Los de mi generación jugábamos con un Madelman, y tenemos esa cultura de que una figura inanimada tiene vida”, se justifica.

Sus robots pueden medir desde 20 centímetros, si nacen de una bombilla; o hasta dos metros, si crecen de un viejo secador de peluquería. Y siempre ganan el nombre comercial que rotula su cuerpo de hojalata, como aquel arrinconado en una estantería del taller. Su cabeza son tres casetes ferro BASF.

Cada uno de estos robots escultura duran, duran y duran; y así lo promete Pitarque.

“Vivimos en una etapa de comprar y tirar. Estas piezas con las que trabajo antes duraban 40 años. Así que, con estos robots, puedes tener un amigo para toda la vida”, finaliza.

Publicidad