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¡DI PATATA!

Las divertidas cámaras de juguete que precedieron a Instagram

Batman, Indiana Jones, Hello Kitty y otros personajes de la cultura popular protagonizan la historia de los filtros antes de las apps. Cuando las cámaras eran analógicas, estos modelos concebidos para niños ya aplicaban efectos como los de Instagram. Ahora son objetos de coleccionista.

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Había una vez una aplicación desconocida, con una vieja Polaroid en el logo, que empezó a hacerse famosas por lo 'chulas' que quedaban las fotos, supiera o no supiera el usuario manejar la cámara del móvil con la destreza de un profesional.

Tras captar la instantánea, el usuario podía aplicar una serie de filtros con nombres llamativos (Kelvin, Walden, Valencia...) que mejoraban considerablemente el aspecto de la imagen. Corría el año 2010, la aplicación se llamaba Instagram y un par de años más tarde se convertiría en la primera gran compra de Facebook, que desembolsó por ella 1.000 millones que ahora, WhatsApp mediante, parecen una ganga.

Sin embargo, los filtros que modifican fotos de una forma singular para que luzcan mejor –y que fueron el secreto del éxito de la app- no son un invento de Kevin Systrom y compañía. Antes de Instagram existían cámaras instantáneas -casi desechables porque eran de juguete- que creaban efectos de este tipo a las imágenes.

Estaban pensadas para niños y tenían forma de Mickey Mouse, de Hello Kitty, de Pedro Picapiedra, de Pokémon... En su momento fueron poco más que juguetes infantiles, pero su estilo y estética se han revalorizado (gracias a los 'hipsters') y ahora estas peculiares predecesoras de las apps de fotos son objetos de coleccionista.

Libro de cámaras de juguete

La historia la cuenta el libro 'Camera Crazy', escrito por dos entusiastas neoyorquinos, Cristopher D. Salyers y Buzz Poole, que llevan más de una década recorriendo el mundo en busca de los modelos más raros.

En él explican cómo la primera cámara asequible de la historia, la Kodak Brownie, convirtió la fotografía en algo al alcance de las masas allá por 1900. Desde entonces, la técnica y los aparatos no han dejado de evolucionar.

Los autores se centran en uno de los pasajes de la larga historia de la fotografía. En la era analógica, cuando las cámaras digitales no eran otra cosa que un sueño, las cámaras 'de juguete' eran omnipresentes por su precio y los efectos únicos que aplicaban a la imagen. Cada una de ellas agregaba, por así decirlo, un filtro propio y distintivo. La mayoría eran instantáneas.

Además, 'Camera Crazy' analiza el papel que han jugado el marketing y la cultura 'hipster' en la posterior popularidad de estas cámaras para niños. Salyers y Poole apuntan precisamente al 'boom' de Instagram, que rescata los efectos de las viejas cámaras analógicas, como desencadenante de este fenómeno coleccionista.

El libro se completa con varias entrevistas y fotografías de algunos de los modelos más curiosos. Cámaras de Snoopy, He-Man, Indiana Jones, Bugs Bunny, Hello Kitty o Pedro Picapiedra forman parte de la colección de aparatos, en su mayoría pertenecientes a la colección de los autores, que J.K. Purnam ha tenido ocasión de inmortalizar.

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