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VISITAMOS LA FÁBRICA DE SMARTPHONES EN CHINA

Así se fabrica un millón de móviles al mes: entramos en la factoría de Huawei

Robots y empleados humanos se conjugan en la fábrica de Huawei cercana a Shenzhen (China) para sacar adelante una producción que puede alcanzar los 1,3 millones de smartphones al mes.

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El brazo robótico se mueve como un animal amaestrado. Sus movimientos hipnotizan. Son fríos, rápidos, rectilíneos. Atrapa el esqueleto del smartphone entre sus pinzas metálicas, rota su mano industrial y se alza con su carga, como un depredador en alerta. Hay algo de siniestro en esa eficiencia artificial. Pero quizá solo sean imaginaciones, influencias trasnochadas que afloran por el exceso de películas y libros de ciencia ficción.

Estamos en la fábrica de Huawei de Songshan Lake, en la ciudad de Dongguan, cercana a la industrial Shenzhen. Esta parte de China es la capital del mundo en cuanto a fabricación de electrónica de consumo. En este caso, el complejo tiene 39.000 metros cuadrados y 18 líneas de producción. Aquí trabajan 21.000 empleados en turnos de ocho horas diarias, seis días a la semana. Habrá que hacer cábalas organizativas, porque este gigante no detiene su producción.

Fábrica de Huawei
Fábrica de Huawei | Agencias

La fabricación de smartphones solo es una pequeña parte en Songshan Lake, pero pueden despacharse 1,3 millones de unidades al mes. Tecnoxplora acude a la fábrica para hacer una visita de prensa organizada por Huawei. El complejo tiene paredes blancas, un ambiente es aséptico, con el suave rumor de las máquinas automáticas de fondo.

Para entrar tenemos que ponernos bata blanca, gorro y zapatillas de hospital. Los periodistas parecemos un conjunto de médicos de visita en un centro clínico que no es el suyo. La entrada a la cadena de producción se hace previo paso por un arco de seguridad como los de un aeropuerto. Nada de metal, nada de móviles indiscretos.

Lo primero que nos encontramos son grandes bobinas metálicas, como los rollos de celuloide que se usaban en el cine. Aquí se encuentra el material que servirá para construir la placa base del smartphone. Los sonidos son de imprenta, como un centro de copistería trabajando a toda máquina.

En la línea de producción que visitamos se fabrica el modelo P10, aunque en la fábrica se lo conoce como ‘Victoria’. Todos los productos tienen nombres en clave. Ingenieros y robots se dan cita en la línea. Hay máquinas para soldar, que una vez hecho el trabajo también comprueban que la soldadura esté correcta.

Fábrica de Huawei
Fábrica de Huawei | Agencias

Las máquinas –algunas de las cuales valen más de un millón de dólares– son de fabricación alemana, japonesa, incluso hay una española. Pero el software que las controla es de Huawei. En una parte del proceso se ve cómo las placas medio montar llegan en unos miniraíles y los brazos robóticos las extraen, añaden componentes o sencillamente las meten en unos armarios que parecen servidores, donde instala el software a los terminales.

Uno de los brazos artificiales, fabricado por la empresa alemana ABB, ha sustituido recientemente a trabajadores humanos. Hasta 2015 su función, en la parte media de la cadena de producción, solo la hacían empleados. Pero desde esa fecha ya no es así. No es la única máquina que ha desplazado a personas en la fábrica. Hasta el año 2013, todas las pruebas del testing se hacían manualmente.

Pero también hay humanos en la línea. Algunos componentes son demasiado delicados para los robots. En realidad el guía explica que se trata de una cuestión de costes. Las máquinas aún siguen siendo demasiado caras para hacer ciertas tareas. Por eso hay trabajadores, embutidos en gorro y mascarilla, concentrados sobre los terminales. Trabajan con pinzas, con los dedos al descubierto. Colocan y ajustan piezas pequeñas. Una de sus tareas es ensamblar la cámara del móvil, proceso prácticamente artesano que solo pueden hacer personas.

Una fábrica moderna

Huawei empezó a construir fábricas propias en 2012. Por tanto, las instalaciones de Songshan Lake son muy nuevas. Pero no todos los productos de la compañía se hacen aquí. Hay otras empresas que fabrican para Huawei, como Foxconn, el gigante manufacturero que también produce para Apple y para gran parte de la industria de electrónica de consumo.

La ubicación de la fábrica, en Dongguan, es una consecuencia de un movimiento económico-social impulsado por esta industria de la electrónica de consumo. Desde hace tiempo, la vecina ciudad de Shenzhen, favorecida por el gobierno chino como una de las zonas económicas especiales, con ventajas fiscales, ha sido la fábrica de electrónica para todo el mundo. Pero en los últimos años los centros de producción se han trasladado a Dongguan.

El aumento del precio del suelo y de la vivienda ha propiciado que las empresas muevan sus fábricas de Shenzhen a Dongguan. Así, los empleados pueden seguir viviendo cerca de sus trabajos. Pero estas empresas también han aprovechado para modernizar sus instalaciones. Y esto principalmente significa avanzar en la robotización de los procesos.

Las nuevas fábricas de Dongguan no son las viejas industrias que había en Shenzhen. Allí no habría, como en la planta de Huawei, un carro autónomo que sigue una línea amarilla transportando terminales producidos en la fábrica. Tampoco existían antes brazos robóticos que probaran las interfaces de los teléfonos, como si se trataran de trabajadores humanos.

En las instalaciones de Huawei los móviles también aguantan pruebas de quemado, en una cámara a alta temperatura, así como test de cámara o de batería. Las pruebas de sonido y vídeo corren a cargo de trabajadores. Si en cualquiera de estas fases se descubre un problema se para la producción.

Si no hay problemas, la fábrica puede destilar 2.400 smartphones P10 diarios, con dos turnos de trabajo. Algunos de ellos, ya empaquetados en sus cajas, los recogerán trabajadores para llevarlos a la sección de almacén. Otros irán a lomos de un robot rodante, que los conducirá a su sitio correspondiente de forma totalmente automática.

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