INVESTIGACIÓN ESPAÑOLA
Una nueva vacuna contra el cáncer de vejiga reduce las recaídas y la mortalidad
La vacuna RUTI, creada originalmente contra la tuberculosis, demuestra en un estudio español que puede reforzar la inmunoterapia estándar del cáncer de vejiga y reducir las recaídas, con la posibilidad de llegar a los pacientes en unos pocos años.

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Una vacuna desarrollada en España abre una nueva esperanza para los pacientes con cáncer de vejiga. Se trata de RUTI, un tratamiento inicialmente diseñado contra la tuberculosis que, según un estudio reciente, podría potenciar la eficacia del tratamiento estándar y reducir las recaídas en el tipo más común de esta enfermedad: el cáncer de vejiga no músculo invasivo.
El estudio probó combinar la vacuna RUTI con la inmunoterapia BCG, que se aplica directamente en la vejiga tras la cirugía para eliminar posibles restos de tumor. En el ensayo clínico participaron 40 pacientes, y los resultados fueron sorprendentes: quienes recibieron RUTI antes del tratamiento habitual mostraron una respuesta inmunitaria mucho más intensa y duradera. Su sistema inmune se activó mejor frente al tumor, con una respuesta más eficaz de los linfocitos encargados de destruir las células cancerosas.
Tras cinco años de seguimiento, los beneficios se hicieron aún más evidentes. Los pacientes tratados con RUTI y BCG tuvieron menos recaídas, menos progresión del tumor y una mayor supervivencia que quienes solo recibieron el tratamiento convencional. En los casos más graves, de tumores de alto riesgo, el 100% de los pacientes del grupo con RUTI permanecieron sin progresión. Además, la vacuna se toleró bien y no se registraron efectos secundarios graves.
Los investigadores explican que estos resultados se deben a que RUTI funciona como un "refuerzo" que mejora la respuesta defensiva del propio cuerpo. Sin embargo, los expertos también piden cautela: el ensayo es todavía pequeño y corresponde a una fase inicial, por lo que se necesitan más estudios con un número mayor de pacientes para confirmar los hallazgos.
El siguiente paso será iniciar una fase II, en la que se probará su eficacia y seguridad en un grupo más amplio. Si todo avanza según lo previsto y los resultados se mantienen, podría llegar a la práctica clínica en un plazo estimado de tres a cinco años.
Este hallazgo podría no solo mejorar la supervivencia, sino también la calidad de vida de miles de pacientes cada año.
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