NO SÓLO DE LÁTEX VIVE EL PRESERVATIVO
Así serán los condones del futuro
Tejido de vaca, nanomateriales autolubricantes, polímeros que se ciñen al pene, grafeno ultrarresistente… Once ideas compiten por desarrollar la nueva generación de preservativos.
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Los condones son un arma poderosa a pesar de su fragilidad. Previenen como pocos el contagio de innumerables enfermedades y ayudan con sencillez a la planificación familiar. Se producen 15.000 millones de preservativos al año para unos 750 millones de usuarios en todo el mundo. Sin embargo, muchas pequeñas pegas impiden que se use tanto como deberíamos. Dejando a un lado la moralina de algunos líderes religiosos, muchas personas renuncian a usarlos cuando deberían por motivos de sobra conocidos: esencialmente la falta de sensibilidad, los problemas para ponerlo en determinadas circunstancias, la mala lubricación y, en algunos países, la dificultad para acceder a uno en buenas condiciones.
Conscientes de los beneficios que traería superar estos obstáculos, los mayores filántropos del planeta se han animado a promover, chequera en mano, la innovación en este sector. El matrimonio Gates, Bill y Melinda, a través de su fundación, acaban de seleccionar once proyectos que desarrollarán los condones del futuro. Cada uno de estos proyectos recibirá una inversión inicial de 100.000 dólares (unos 75.000 euros) en esta fase preliminar del concurso para dar con la Nueva Generación de Condones.
Algunos de los planteamientos para estos preservativos futuristas son tan innovadores que merecen un repaso detallado. Desde Boston, por ejemplo, proponen desarrollar la nanotecnología para la autolubricación de los condones, tan necesaria para facilitar el rozamiento como para evitar roturas inoportunas: la propuesta de la Universidad de Boston es un condón con un revestimiento de nanopartículas superhidratadas que evitarán sustos.
El proyecto sudafricano Rapidom es menos sofisticado pero también tiene su importancia: un sistema sencillo para ponerse el condón, integrado en un sobrecito fácil de agarrar y que permite dispensar de forma sencilla el preservativo sin tocarlo directamente, lo que aleja la posibilidad de deteriorarlo al manipularlo. Un equipo australiano también concentra sus energías en un dispensador de condones que evita tocarlo y que ayuda a colocarlo.
Desde Cambridge, proponen un condón que se ajusta (de verdad) al pene, gracias a una nueva estirpe de materiales que se adaptan en dureza, resistencia y maleabilidad: varias capas múltiples de polímeros permiten que el condón se apriete suavemente durante el coito, mejorando el contacto y evitando deslizamientos indeseables.
Algo parecido ofrecen en la Universidad de Oregon, un material que memoriza la forma del pene para adaptarse inmediatamente a él. En Los Ángeles trabajan en el polietileno, un material hipoalergénico que envuelve y se adhiere a las superficies en lugar de apretar, mejorando así las sensaciones y ayudando enormemente a la hora de enfundárselo.
En Illinois están trabajando en unos condones que se inspiran en la biología humana y replican la sensación de mucosa para que nos sintamos como en casa. Más sorprendente es la propuesta que realiza la empresa Apex, de San Diego, que propone usar un material extraído de los tendones de las vacas para confeccionar los preservativos: tejido bovino para tener sexo seguro, seguramente más de uno prefiera no saberlo. Sin embargo, esta empresa asegura que es ultrasensible, que se siente como el contacto con la piel y que es extraordinariamente resistente. Usan un colágeno que también podrían obtener de la piel de los peces… una imagen que tampoco ayuda.
Quizá una de las propuestas más llamativas es la de usar el grafeno, ese material revolucionario del que no sabíamos nada hace pocos años y que ahora parece servir para todo. Un equipo de India y otro de la Universidad de Manchester quieren usarlo porque es tan resistente como el acero y a pesar de ser ultraligero y más fino de lo que se pueda imaginar. Proporcionaría condones que apenas se notaría que están puestos y que desterrarían el miedo a que se rasguen durante el encuentro sexual.
Después de un año y medio de trabajo, la Fundación Gates decidirá cuáles de estas propuestas tienen posibilidades reales de prosperar en el mercado y pondrán un millón de dólares más encima de la mesa para desarrollarlas. Uno de los principales requisitos es que se pueda producir a un precio asequible para los países en desarrollo, uno de los lugares donde más falta hacen condones baratos, resistentes, sensibles y fáciles de poner.
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