SALUD MENTAL
Esta es la señal que anticipa el deterioro cognitivo
Centrarse en la información positiva y relegar lo negativo puede que no sea solo optimismo, según un reciente estudio de Cambridge.

Publicidad
Quienes conviven conmigo, me aseguran que, a medida que cumplo años (y ya vamos por encima del medio siglo) me convierto en un cascarrabias. Puede que sea mi propia personalidad, un descenso de la batería social o que mi paciencia disminuye. También puede ser una conjunción de todos estos factores. O algo más importante, según recientes estudios.
La realidad es que el estereotipo de "viejo cascarrabias" es tan real como el de los abuelos felices. Y es que, a medida que pasan los años, los seres humanos desarrollamos un "efecto positivo": básicamente un sesgo que nos permite prestar atención y recordar preferentemente la información positiva y relegar la negativa, incluyendo el reconocimiento de emociones.
Este cambio relacionado con la edad se vincula con cambios motivacionales, como la priorización de la satisfacción emocional y el bienestar debido a una limitación percibida en la esperanza de vida restante, según lo propuesto por la Teoría de la Selectividad Socioemocional (TSS).
Hasta la fecha, los estudios, consideraban que el efecto positivo era principalmente el resultado de una mayor motivación para centrarse en el contenido emocional positivo, más que de un deterioro cognitivo general.
Esta conclusión se sustentaba en la Teoría de la Selectividad Socioemocional (TSS). Esta teoría sugiere que los adultos mayores reconocen que su tiempo es limitado, lo que los motiva a centrarse en objetivos y experiencias emocionalmente significativas, algo que les (o nos) lleva a una mayor preferencia por la información positiva.
Esta, llamémosle elección evolutiva, tiene un importante impacto en las funciones cognitivas, pues se extiende más allá de la atención y la memoria, influyendo en la toma de decisiones y en cómo las personas procesamos la información emocional.
De este modo, los expertos consideraban que comprender este efecto positivo puede orientar los mensajes de salud pública y educativos para las personas mayores, promoviendo así un envejecimiento positivo y el bienestar.
Así, la idea de desestimar las emociones negativas también tendría un motivo darwiniano: llegados a cierta edad, los humanos no necesitamos recordar las malas experiencias para aprender, se supone que ya lo hemos hecho. Otro motivo para confirmar que las emociones negativas se dejan de lado.
Y quizás ahí está el problema. Del mismo modo que durante décadas asumimos que en la edad adulta ya no se producen nuevas neuronas (y nos equivocamos: seguimos generándolas hasta los 90), también podríamos estar errados en el apartado de aprender: podemos hacerlo siempre. Y si nos inclinamos por reconocer todas las emociones como positivas (hasta el punto de etiquetar incorrectamente las emociones neutrales o negativas), puede que algo grave esté ocurriendo.
Esto es precisamente lo que se planteó un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge liderados por Noham Wolpe. Su teoría es que, más allá de promover el bienestar mental y emocional, podría ser un signo de deterioro cognitivo. Y una evidencia clara de nuestra salud mental.
El equipo de Wolpe entrevistó a un grupo de 665 voluntarios y los analizó mientras observaban rostros en una pantalla mientras debían reconocer las emociones que estos mostraban.
Los resultados, publicados en JNeurosci, mostraron que el sesgo positivo relacionado con la edad se vinculaba con un menor rendimiento cognitivo en dos evaluaciones, pero no necesariamente con el deterioro emocional, medido mediante el examen de síntomas depresivos no clínicos.
Pero hubo más. El equipo de Wolpe también observó cambios estructurales en áreas cerebrales asociadas con el procesamiento emocional y cambios en la forma en que estas áreas se comunican con otra región cerebral involucrada en las decisiones sociales. Por lo tanto, el sesgo positivo propio del envejecimiento impacta el cerebro de maneras observables, algo que podrían aprovecharse clínicamente para detectar signos tempranos de neurodegeneración y deterioro cognitivo relacionados con la edad.
"Estamos explorando cómo se relacionan estos hallazgos con los adultos mayores con deterioro cognitivo temprano – concluye Wolpe -, particularmente aquellos que muestran signos de apatía, que a menudo es otro signo temprano de demencia".
Ahora, la opción de cascarrabias no parece tan mala si nos centramos pura y exclusivamente en la salud mental.
Publicidad