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LA GUERRA DE LOS CULTIVOS

La industria de los transgénicos mueve miles de millones de dólares

Estaremos de acuerdo en que existe una gran confusión social sobre los transgénicos. La ciencia ha demostrado que son perfectamente seguros, lo que no impide que mucha gente desconfíe de ellos. Ahora, unos correos electrónicos filtrados han aumentado todavía más esa desconfianza en Estados Unidos.

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El escándalo de los mails de los transgénicos salió a la luz gracias a The New York Times. El periódico se hizo con una serie de correos electrónicos filtrados que muestran cómo Monsanto, que es el mayor productor de transgénicos del mundo, ha reclutado opiniones supuestamente independientes para su causa.

En Estados Unidos usan la expresión “sombrero blanco” para referirse a un sesgo que hace que valoremos positivamente aquellas informaciones que tienen una finalidad que consideramos justa. Como, por ejemplo, las opiniones de los científicos.

Y eso es exactamente lo que ha hecho Monsanto: reclutar a científicos independientes para que hablen en favor de los alimentos genéticamente modificados.

Por supuesto, tanto Monsanto como los científicos afirman que lo han hecho por el bien del conocimiento y de la ciencia. Todos juran y perjuran que lo que han dicho y escrito sobre los transgénicos es rigurosamente cierto… Y sí, de acuerdo, puede que lo sea, pero el hecho es que, a cambio de su apoyo, muchos de los investigadores han sido obsequiados con viajes y fondos para sus investigaciones.

La verdad es que nada de esto es nuevo. Muchas industrias invierten en proyectos de investigación supuestamente independientes para conseguir ese preciado sombrero blanco. Lo novedoso esta vez es la prisa por conseguirlo. Y tiene una explicación.

El Senado de Estados Unidos está trabajando en una legislación que afectaría de lleno a la industria de los transgénicos. De salir adelante, como quiere Monsanto, los Estados ya no podrían obligar a las empresas alimentarias a informar de la presencia de organismos modificados genéticamente en el etiquetado de sus productos.

Y, claro, con episodios como este no resulta nada fácil convencer a la sociedad de la inocuidad de los transgénicos. Un nuevo triunfo de Monsanto.

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