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¿MACHO O HEMBRA?

La hiena que engaña con su sexo hasta al más experto

A simple vista es imposible determinar el sexo de una hiena moteada. Si no lo creéis, mejor preguntádselo al zoo que intentó durante cuatro años que dos machos tuvieran descendencia...

Una hiena moteada, tumbada "a la Bartola"

Una hiena moteada, tumbada "a la Bartola" tambako en Flickr bajo licencia CC

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Las hienas son siempre las grandes olvidadas porque forman parte del último eslabón de la cadena alimenticia, junto a otros carroñeros. Su fama de ladronas y cobardes -junto a lo que los humanos denominamos “risa nerviosa”- no se corresponde con la realidad, en la que muestran sus buenas dotes como cazadoras. Tras su aspecto desgarbado se esconde una de las más eficaces depredadoras cuando cazan en grupo.

Su mala reputación las ha dejado en un segundo plano, detrás de grandes cazadores como leones, guepardos o leopardos. Pero hablamos de unos animales muy inteligentes, que pueden llegar a resolver problemas al nivel de algunos primates, como se demostró en un estudio publicado en 'Proceedings of the Royal Society B'.

Su complejidad es tal que a los ejemplares de una de las cuatro especies de hienas que existen, la moteada o manchada, es tan difícil sexarles que a lo largo de la historia se ha pensado que eran hermafroditas.

Tal es la confusión que en el zoológico de Maruyama (Japón) llegaron a admitir recientemente que estuvieron durante cuatro años intentando que dos hienas se aparearan... hasta que las sometieron a un examen genético y comprobaron que ambos eran machos.

Confundir el sexo de los animales por su apariencia externa no es nada nuevo, ya que pasa con otras especies como los chacales, algunos primates y la gran mayoría de los roedores. Lo espectacular de las hienas moteadas es que las hembras tienen un clítoris tan alargado como el pene del macho (entre unos 15 y 20 centímetros), con unos labios plegados como una bolsa escrotal. “Copulan, orinan y dan a luz por el mismo conducto”, cuenta la zoóloga Kay Holekamp a la BBC.

Viven en grupos de varias decenas de individuos, en una sociedad totalmente matriarcal en la que la jerarquía social es muy importante. Las hembras son de mayor tamaño y mucho más agresivas que los machos. Por esto las hienas rompen y dan la vuelta la histórica organización social y a las “reglas” de muchos mamíferos, en en los que son ellos los que mandan.

Por esto último siempre se ha dado una explicación 'panglossiana' al asunto -Pangloss era un personaje del 'Cándido' de Voltaire que sostenía que todo sucedía por una razón-. En el caso de las hienas se solía decir que el clítoris eréctil de las hienas era una pura adaptación por la alta competencia y por su “masculinización”: tener un órgano sexual con forma de pene sirve mejor para mostrar dominación. Una teoría con escaso fundamento.

La razón de la dificultad para precisar el sexo de la hiena moteada está en que las hembras están expuestas a dosis más altas de testosterona durante la gestación por una mutación genética, según cuenta Natalie Angier en un viejo artículo en The New York Times.

Las hienas han sido tan olvidadas que hasta hace pocos años los investigadores no se habían detenido en analizar su sistema comunicación mediante lo que nosotros humanizamos como “risa”. Este aspecto se estudió en la revista 'BMC Ecology', y desveló que muchos de los sonidos hacían referencia al estatus y la jerarquía de sus miembros a la hora de cazar o alimentarse de la carroña.

Después de esto podemos decir que las hienas son crueles al atacar en manada, que nos pueden desquiciar un poco con sus movimientos o que nos caen mal por 'El Rey León', pero no podemos decir que no son unos animales inteligentes, complejos y muy interesantes desde el punto de vista científico.

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