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CANIBALISMO SEXUAL

Hembras de armas tomar: cuando el sexo es cuestión de vida o muerte

Ni inferiores, ni fieles, ni sumisas. Las hembras son las que manejan el cotarro.

La mantis religiosa en ocasiones decapita al macho

La mantis religiosa en ocasiones decapita al macho katunchik en Flickr bajo licencia CC

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En el reino animal el macho a veces puede servir como aperitivo para la hembra con la que se aparea, ya sea para saciar su apetito o para aportar nutrientes a la futura descendencia. Los casos más llamativos de canibalismo sexual ocurren en especies como arañas, escorpiones o la mantis religiosa.

La Viuda Negra es una de las especies de arañas que se zampan a su compañero sexual. Suele ser bastante tranquila y su única vida social la tiene cuando se aparea, un momento que parece más un combate que un episodio reproductivo.

Decimos “parece” porque la realidad es que el macho a veces se deja fagocitar después de la cópula. Lo hace para que la hembra pueda poner más huevos que lleven su ADN. Además, si la hembra quiere alargar el acto sexual qué mejor que reteniéndole empezando a comerse la cabeza del macho.

La Viuda Negra es letal con el macho después de aparearse

Un paso por delante está la araña lobo, que a veces se come a su compañero antes del apareamiento. Un canibalismo precópula que podría estar presente en hasta el 15% de especies de arañas, según un estudio del CSIC.

Eliminar competencia, cargarse a los pretendientes más débiles o la simple supervivencia ante posibles depredadores son las razones de este comportamiento.

Pero cuando pensamos en canibalismo sexual a todos nos viene a la cabeza muchas especies de mantis, sobre todo en la mantis religiosa, cuyas hembras en algunas ocasiones se pegan un pequeño festín comiéndose a los machos

Este 'snack', que no es tan habitual como pensamos, les aportará energía extra para poner más cantidad de huevos.

El primer bocado suele ser la propia cabeza del macho, justamente porque esta decapitación desinhibe los movimientos copulatorios del macho, que sin cabeza se transforma en una auténtica máquina sexual.

Dejémonos de 'femme fatale' y gaitas, eso sí que es perder la cabeza por amor

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