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ESTUDIOS GENÉTICOS SOBRE LA EXPULSIÓN DE HACE SEIS SIGLOS

La gran mayoría de los judíos tiene algún ancestro entre los expulsados de España en 1492

El Gobierno español realizó hace un año una propuesta para otorgar la nacionalidad a todos los judíos que acrediten ser descendientes de los expulsados en el siglo XV. Según un estudio, es muy probable que todos los judíos actuales cumplan ese requisito.

Dos judíos leyendo la Torah según la costumbre sefardí

Dos judíos leyendo la Torah según la costumbre sefardí Sagie Maoz

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En noviembre del año pasado, el Gobierno anunció que todos los sefardíes, descendientes de los judíos que fueron expulsados de España en 1492, podrían adquirir la nacionalidad española de forma automática, vivan donde vivan y siempre que acreditasen su condición, ya sea por apellidos, idioma, descendencia o vinculación con la cultura y costumbres españolas. Entonces, el ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, hablaba de unas 250.000 personas que hablaban judeoespañol, aunque no se dio una cifra concreta de los posibles nacionalizados. Ahora, un estudio publicado en ArXiv afirma que, pese a que solo el 20% de los judíos se identifica como sefardí, la gran mayoría de ellos tendrían algún ancestro expulsado en la época de los Reyes Católicos.

“Parecería que esta política solo tiene como objetivo un pequeño subgrupo de la población judía global, es decir, restringida a los individuos que han conservado las prácticas culturales asociadas con sus orígenes ancestrales en España”, escribe el autor, Joshua Weitz, investigador del Instituto Tecnológico de Georgia. Sin embargo, su trabajo trata de demostrar que la medida del Gobierno español aplicaría más bien a la gran mayoría de los judíos.

La conclusión la alcanzó Weitz aplicando al caso judío un modelo de dinámica genealógica que indica que, incluso con estimaciones conservadoras, casi todos los judíos actuales llevarían al menos algunas gotas de sangre de los expulsados en 1492. Esto puede resultar sorprendente porque, incluso hoy, no es frecuente el matrimonio entre miembros de distintas comunidades. En una encuesta sobre matrimonios entre sefarditas (judíos con orígenes en la península ibérica) y askenazis (procedentes de Europa central y del Este) se observa que el 90% de los matrimonios en Israel siguen produciéndose entre individuos de la misma etnia. Sin embargo, el modelo muestra que, pese a esa clara preferencia por casarse con personas del grupo propio y a que los judíos de origen ibérico son una minoría, solo son necesarias 15 generaciones para que todos los individuos tengan al menos un vínculo directo con un sefardita en la generación inicial.

Dada la naturaleza del proceso, explica Weitz, “la probabilidad de tener un ancestro con una identidad diferente de la propia se incrementa casi superexponencialmente respecto a generaciones anteriores”. Si se retrocede en el tiempo, el número de ancestros de cada individuo se dobla en cada generación y este crecimiento exponencial hace que en no mucho tiempo ese número supere el de la población de, por ejemplo, un país como España.

Todos tenemos sangre real

Susanna Manrubia, investigadora del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) que ha trabajado en este campo, considera correctas las conclusiones y afirma que “con la estadística en la mano, seguro que los judíos de hoy tienen un ancestro entre los expulsados”. “Otra cosa es que se pueda demostrar”. De hecho, Manrubia considera que también es muy probable que todos los españoles contemos en nuestro árbol genealógico con alguno de los judíos de hace cinco siglos que, en lugar de partir al exilio, decidieron convertirse al cristianismo. “En un país del tamaño de España, estamos un poco en el límite, pero si en el 1500 aún no, en el año 1300 tienes a toda la población de entonces en tu árbol genealógico”, afirma Manrubia. En este sentido, en un artículo publicado en la revista American Scientist, la investigadora cuenta cómo el caso de los judíos también puede aplicarse a los nobles, que como el pueblo de Israel, tienen preferencia por casarse entre los suyos. “La rápida mezcla de las ramas genealógicas, en solo unas pocas decenas de generaciones, casi garantiza” que todos tengamos sangre real, aunque sea poca. “No creo que ningún político se haya planteado este tipo de consecuencias de la estadística, pero si alguien tuviese mucho interés, con la estadística en la mano, se podría intentar demostrar que tiene ancestros de aquella época, porque la probabilidad es casi cierta”, añade.

Pese a que se lanzó la propuesta y a que probablemente todos los judíos pudiesen, en sentido estricto, conseguir la nacionalidad española, según explican desde la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), “la realidad, hoy en día, es que el proceso está en fase de estudio en el Ministerio de Justicia” y, de momento, “nadie puede optar a la nacionalidad por esta vía rápida porque no está desarrollado el método”. Por ahora, pese a que, según el modelo de Weitz, casi todos los judíos pudiesen aspirar a la nacionalidad española, la FCJE señala que solo hay 5.000 solicitantes a la espera de que el Gobierno concrete esta propuesta para convertirse en españoles.

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