ESPAÑA TIENE UNA OPORTUNIDAD CON LAS ENERGÍAS ALTERNATIVAS
La boya que dice si un parque eólico marino será rentable
El Instituto de Investigación de Energía de Cataluña (IREC) y la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) ensayan un dispositivo que mide la intensidad del viento, clave para obtener electricidad a partir de molinos sobre el mar.
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El norte de Europa entendió hace años que el excelente viento que sopla frente a sus costas serviría para producir electricidad a gran escala y después llevarla hasta miles de hogares. La gran ventaja del viento marino respecto al terrestre es que es mucho más constante, y por ello más fácil de capturar. Hoy, Reino Unido, Alemania y Dinamarca son líderes mundiales de esta industria, que en España aún no ha despegado, ni lo hará por el momento. El único plan real para subirse al tren de la eólica marina era el parque experimental de L’Atmella de Mar, en Tarragona, paralizado por falta de fondos y los recortes en las ayudas económicas a las renovables.
Sin embargo, es en Cataluña donde el Instituto de Investigación de Energía de Cataluña (IREC) y la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), ensayan desde el mes de mayo una boya capaz de estimar cuánta energía eléctrica puede generarse a partir de los aerogeneradores de un hipotético parque eólico marino antes de construirlo, o sea, prescribir si será o no rentable.
Ese cálculo siempre se ha hecho. Estimar si hay viento suficiente que haga viable un parque eólico en el mar es un paso previo imprescindible a su construcción. Pero en tiempos de recortes generalizados y cuando los bancos limitan el riesgo al mínimo, no está de más ofrecer mayores garantías. Es lo que hace Neptune, una boya equipada con tecnología que mide el oleaje, las corrientes y la velocidad del viento y que resulta mucho más barata que las torres de medición tradicionales, cuyo coste roza los diez millones de euros.
La boya de estos investigadores catalanes reduce su coste a un millón de euros, con la misma eficacia. La novedad de este dispositivo es que compensa el movimiento de las olas, haciendo que sus datos sean igual de precisos que si reposara sobre el suelo. El invento, que se adentra 250 metros en el mar, empezó a enviar señales el pasado mes de mayo en el puente de Petroli, en Badalona. Los planes de los centros de investigación y de las compañías que participan en el proyecto es que Neptune permanezca durante un año frente a la costa de L’Atmella, donde estaba prevista la construcción de cuatro aerogeneradores frente al litoral de Tarragona en el que hubiera sido el primer parque eólico marino en España.
En cualquier caso, la boya se creó para venderse en el norte de Europa y aspira a ganar mercado en aquellos países que opten por levantar parques eólicos marinos con aerogeneradores flotantes, sin anclajes al fondo del mar. España habría sido una candidata a este tipo de tecnología, ya que su plataforma continental cae de golpe hasta varios metros de profundidad a poca distancia de la costa, haciendo imposible anclar las torres que sujetan los molinos al lecho marino.
La moratoria al proyecto de L’Atmella de Mar dejó sin fijar la tarifa económica por la que se vende la energía eléctrica procedente de los molinos levantados sobre el mar hasta la subestación eléctrica, y de ahí a los hogares. De ese acuerdo sobre el precio depende la rentabilidad de un parque, a partir de la velocidad del viento y de la capacidad de los aerogeneradores para transformarla en electricidad. En el Instituto de Investigación de Energía de Cataluña calculan que un parque eólico marino como el que estaba planeado puede ser rentable a partir de vientos con una velocidad de entre nueve y diez metros por segundo.
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