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¿SABES POR QUÉ NO HAY UN NOBEL DE ESA DISCIPLINA?

Los suecos que no amaban a las matemáticas

¿Por qué no existe el premio Nobel de Matemáticas? ¿Se le olvidó a Alfred Nobel? ¿Es cierto que odiaba a los matemáticos porque su mujer fue seducida por uno de estos seres malignos? ¿O es que  pensaba que las matemáticas no servían para nada? ¿Y cómo tiene el matemático John Nash un premio Nobel?

Ilustración de Raquel Garcia Ulldemollins)

Ilustración de Raquel Garcia Ulldemollins) Raquel García Ulldemolins

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Como cada año por estas fechas, poco a poco se han ido conociendo los agraciados con los premios Nobel de la academia sueca. Y como cada año, desde que soy licenciada en matemáticas según mi título del Ministerio, me da mucho coraje que no exista el Nobel para esta disciplina. Que no digo que lo quiera para mí, oigan, que no he hecho ningún descubrimiento de tanto calado, pero que hay muchos matemáticos que han contribuido al bien de la humanidad con sus aportaciones.

Y, además, ¿qué cosa tan malísima pudimos hacer los matemáticos para no merecernos este galardón que se ha concedido (en la categoría  de Paz) hasta a dirigentes de países que han promovido guerras? Uno se siente como Segismundo. ¿qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás?

Alrededor de esta cuestión, la de que por qué no existe el Nobel de Matemáticas, ha habido siempre una leyenda urbana que, como buena leyenda urbana, aún sigue rodando sobre todo, supongo, que porque lleva el ingrediente de los cuernos que le da más morbo. Sí, seguro que muchos de ustedes han oído aquello de que Alfred Nobel no consideró el premio para las  Matemáticas porque un matemático se había beneficiado de los encantos de la mujer de Nobel. Si la historia se la ha contado un matemático, le pondrá nombre al seductor de la mujer de Nobel y señalará al matemático sueco Gösta Mittag-Leffler, el de las funciones meromorfas y tal.

Hay varias cosas que no cuadran en esta versión de los hechos. La primera es que Alfred Nobel nunca se casó. El único amor duradero e importante para el inventor de la dinamita, por lo que se sabe, fue Sophie Hess y no hay ninguna evidencia de que ella y Mittag-Leffler se llegaran a conocer. La única mujer que pudo crear mal rollo entre éste y Nobel fue Sofia Kovalévskaya.

El matemático propuso a su colega Kovalévskaya como profesora en la Universidad de Estocolmo y Nobel se negó. A pesar de ello, esta matemática lo consiguió convirtiéndose así en la primera mujer europea que conseguía una plaza de profesora universitaria en su continente natal. Hay que descartar, por lo tanto, el asunto de faldas en la decisión de don Alfred para no considerar el Nobel de Matemáticas. Además, no está tan claro que de haberlo creado se lo hubiesen concedido a Mittag-Leffler, que por aquella época había candidatos de la talla de Poincaré o Hilbert, que también eran chavales despiertos...

Otra de las hipótesis que se manejan para la no inclusión de las Matemáticas entre las categorías de los premios Nobel es la existencia de un premio específico para matemáticos que era concedido por el rey Óscar II de Suecia y Noruega. Hay quien piensa que Nobel no quiso competir con el rey otorgando otro premio en la misma especialidad ¿Quíén sabe?

Fue el propio Mittag-Leffler, de nuevo, el que convenció al soberano, consciente de la debilidad del mismo por las matemáticas, de la concesión de esta distinción que consistía en una medalla de oro y un premio en metálico.

Por cierto, al primer matemático que le fue concedido este premio del rey Óscar, ¡le costó el dinero! Efectivamente, este premio en su primera edición en 1889 fue a parar a manos de Henry Poincaré, el último matemático que dominó todas la matemáticas de su época, y consistió en la citada medalla y 2.500 coronas. Pero...  a la hora de publicar la memoria ganadora, presentada por  Poincaré en la prestigiosa revista Acta Mathematica, se descubrió un error grave en el razonamiento. Demasiado tarde, la revista ya estaba distribuida y fue nuestro ya amigo Mittag-Leffler, fundador de la revista, el que le encargó de localizar y destruir todos los ejemplares menos dos. Eso sí, le pasó la factura de la nueva impresión a Poincaré por 3.585 coronas que el francés, lógicamente, pagó.

Pero volvamos la no Nobel de Matemáticas. La teoría más extendida y diría que aceptada es la de que, simplemente, a don Alfred no le interesaban demasiado las matemáticas, que estaba más interesado en premiar a descubrimientos que promovieran el desarrollo y que, en este sentido, esta disciplina le pareciese demasiado teórica. Por si alguien en este punto se siente tentado de cabecear dándole la razón le recomiendo que lea esta entrada sobre para qué sirven las matemáticas.

Sea como fuere, no existe el Nobel de Matemáticas. Pero, pero, John Nash, el de la mente maravillosa, tiene un Nobel de 1994... Sí, pero de Economía, que es una de las puertas 'falsas' por la que un matemático accede al galardón. De la misma manera que el año pasado el Nobel de Economía fue para un algoritmo diseñado por dos matemáticos usado para resolver el problema del matrimonio estable. Digo para el matrimonio estable, a secas. Si siguen por aquí en las próximas semanas, les contamos de qué va. Pero no, no se hagan ilusiones, no tiene que ver con el amor.

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