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CAMBIOS POR LAS REACCIONES QUÍMICAS

La química de los tintes para el pelo: ¿por qué no son del mismo color en el frasco que cuando se aplican?

La sustancia que el peluquero aplica sobre el cabello para que tome un color determinado no contiene ningún pigmento: sus componentes químicos, como el amonio y el peróxido de hidrógeno, reaccionan con la melanina del pelo para cambiar el tono natural ¿Qué ocurre mientras esperas a que el tinte haga efecto?

Una mujer con el pelo teñido

Una mujer con el pelo teñido Orin Zebest en Flickr CC

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Cuando el peluquero trae el tinte para extenderlo por tu melena, el color del mejunje no se parece en nada al que habías elegido en el catálogo. Lo mismo sucede cuando compras el producto en una tienda para ponértelo en casa: en los dos frascos de la caja vienen sustancias blanquecinas. Solo cuando las mezclas adquieren un tono distinto, que tampoco se asemeja al que adoptan al final ¿Por qué tantos matices?

Los humanos llevan miles de años coloreándose el pelo, hasta egipcios y romanos lo hacían. Primero se utilizaban pigmentos obtenidos directamente de la naturaleza, hasta llegar a las complejas fórmulas que se utilizan actualmente en cosmética.

Sabemos que cuando se trata de pinturas, mezclar rojo y amarillo resulta en naranja. El morado se obtiene al combinar rojo y azul. Para conseguir marrón, hay que utilizar los tres colores primarios (rojo, azul y amarillo). Sin embargo, en el terreno de los tintes para el pelo las cosas no son tan sencillas.

William Henry Perkin sintetizó el primer tinte artificial. Lo hizo de casualidad. Obtuvo un tono malva cuando manipulaba alquitrán de hulla, un tipo de carbón mineral, con el objetivo de producir quinina para combatir la malaria. Su descubrimiento revolucionó la industria textil ya que los productos naturales aplicados anteriormente no tenían la misma resistencia ni intensidad.

El mentor de Perkin, el químico August Wilhem von Hofmann, descubrió que uno de los tintes que había obtenido de carbón mineral adquiría color cuando se exponía al aire. El fenómeno se debe a una molécula, la parafenilendiamina o PPD, que hoy en día contienen la mayoría de productos de coloración permanente en peluquerías. Según una directiva europea, no puede constituir más del 6% de la composición de los tintes ya que es muy agresivo para la piel y puede causar alergias.


Gerald Angeles, en Flickr

Para teñir el pelo, sin embargo, no es suficiente con aplicarle esta sustancia. Se añade amoniaco para separar las capas proteicas que protegen al cabello (la cutícula), permitiendo al resto de componentes llegar al pigmento subyacente, la melanina, que también da color al iris y la piel. La relación entre dos de sus variantes (la eumelanina y la feomelanina) y el tamaño y forma de las agrupaciones que forman estas moléculas determinan el color de pelo natural de cada persona. En los cabellos rubios, por ejemplo, se unen en pequeños conjuntos que reflejan más la luz que los grandes conglomerados presentes en los oscuros.

Los tintes también contienen peróxido de hidrógeno, un agente blanqueante con dos funciones: actúa sobre la melanina, eliminando el color natural, y provoca la reacción entre las moléculas de PPD.

El tono final es una combinación del original y el nuevo matiz elegido, por eso una misma coloración puede dar resultados diferentes según el tono inicial y la habilidad del peluquero para obtener la mejor combinación. Nunca te fíes del color de la muestra artificial, ni del de la mezcla antes de que cubra tu pelo.

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