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VIDEOBLOG CON JOSÉ A. PÉREZ

La liga de los científicos extraordinarios de la lucha contra el cáncer

Un hombre que hizo fortuna con la creación de Napster, la presidencia de Facebook y su inversión en Spotify ha decidido reclutar a científicos e instituciones para buscar una cura contra el cáncer.

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Hay millonarios que invierten su fortuna en hacerse más ricos. Otros intentan acabar con el hambre en el mundo o con el cambio climático. Y hay uno que ha decidido jugarse un montón de millones… buscando la cura del cáncer.

Se llama Sean Parker. Es posible que su nombre no te diga nada, pero es uno de los chicos listos de Sillicon Valley. Fue cofundador de Napster y, con el dinero que sacó de aquel proyecto, ayudó a poner en marcha una red social llamada Facebook, de la que sería su primer presidente (Justin Timberlake le interpretaba en la película 'La red social'). Y con el dinero que sacó de Facebook ayudó a poner en marcha una web de música en streaming llamada Spotify.

En total, su olfato para los negocios digitales le ha permitido ganar una fortuna que se calcula en unos 3.100 millones de dólares.

Hasta ahora su mayor aportación filantrópica había tenido lugar en 2010, cuando donó 100.000 dólares a un movimiento en favor de la legalización de la marihuana en California. Pero el mes pasado Parker rompió, de lejos, su propio récord: anunció que invertirá 250 millones de dólares en un consorcio científico para la lucha contra el cáncer.

Su plan consiste en implicar a 300 científicos de 40 laboratorio distintos. Por el momento, ya ha convencido a varias instituciones de prestigio, como la Universidad de California o la de Pensilvania.

Según Parker esto será beneficioso para los científicos porque quedarán libres de todo trabajo burocrático. Además de tener asegurados los fondos para  sus investigaciones, el propio consorcio se encargará de comercializar las terapias que se descubran. Los investigadores y sus centros, eso sí, conservarán la propiedad intelectual de todos sus descubrimientos.

El proyecto, además, hará posible que los científicos sigan caminos poco ortodoxos que, de otro modo, no podrían explorar.

Tardaremos años en saber si el plan de Parker lleva o no a alguna parte, pero una cosa es segura: los científicos implicados van a vivir mucho más tranquilos que, por ejemplo, los españoles.

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