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Cuidado al hacer consultas sobre salud

¿Es Google el peor médico de la historia?

¿Es realmente Google una herramienta eficaz de diagnóstico médico para el ciudadano medio? ¿Compensa ahorrarse la consulta o entorpece el diagnóstico? ¿Cómo debemos orientar la consulta en Google?

Una mujer busca en Google

Agencias Una mujer busca en Google

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Paciente que llega al especialista en digestivo con episodios de sangrado anal. Abre la cartera y saca un taco de fotografías repugnantes, todas sacadas de internet, de enfermedades compatibles con el síntoma: carcinomas, fístulas, proctitis, cáncer colorrectal...

— Doctor. Estoy muy preocupado. ¿Qué tengo?

El doctor, sin mirarle siquiera a los ojos, clava el diagnóstico:

— Está claro, usted padece una Ciberhipocondria por almorrana sangrante...

— ¿Pero es grave?

No es un broma, es uno de los infinitos casos reales a los que se enfrentan médicos profesionales de todo el mundo con un nuevo tipo de paciente. Pseudoenfermos henchidos de orgullo o vacíos de autoestima con una falsa sabiduría que juegan al peligroso autodiagnóstico apoyados por un mal uso de las nuevas tecnologías. ¿Es realmente Google una herramienta eficaz de diagnóstico médico para el ciudadano medio? ¿Compensa ahorrarse la consulta o entorpece el diagnóstico?¿Cómo debemos orientar la consulta en Google?. Lo mejor es seguir paso a paso esta fantástica infografía de la derecha.

Pero esto no es lo peor. El miedo, la ignorancia y la cercanía de la fabulosa herramienta tiene otros peligros más graves. Pongamos otro ejemplo. Si buscas en Google las palabras ‘curar tumor’ el ¡segundo! resultado que aparece es -atención-: "curar el cáncer con tratamiento natural".

Remite a una web donde idolatran el libro de un abogado naturista juzgado por intromisión médica que defiende que la curación del cáncer ”sólo puede existir con equilibrio térmico de su cuerpo. No curar, normalizar, refrescando las entrañas del enfermo y afiebrando su piel y extremidades”

¿Por qué pasa esto? El complicado y misteriosos algoritmo de Google prioriza contenidos nuevos, con buenos ‘backlinks’, no penalizados por copia, infracciones de copyright o spam, e incluso penaliza las web sobreoptimizadas en SEO aunque cumplan la norma a rajatabla. Nada habla de la ‘calidad’ de contenidos. Esto significa que páginas con un SEO escrupuloso y que tenga un gran número de visitas (por cualquier motivo) serán bien tratada por el pingüino aunque sus contenidos sean de juzgado de guardia. Pero lo popular no es siempre lo fiable, y mucho menos en medicina.

El Dr. Google nunca hace preguntas. No sabe nada de ti. No conoce tu historial, tus hábitos o tus manías. Todo se lo ‘interpretas’ tú antes de buscar en el cajetín. Por eso el posible diagnóstico nace de por sí viciado.

Según un estudio de Microsoft, si te duele la cabeza y buscas la causa en Google no te vas a parar en páginas que hablen de abstinencia de cafeína o nicotina, estrés o simple cansancio, aunque el propio buscador te sirva los resultados en mayor porcentaje. Te vas a parar en los que hablen de tumores cerebrales o enfermedades más graves. La ansiedad de la ciberhipocondria se alimenta de trascendencia y gravedad del diagnóstico, no de la desconfianza hacia el supuesto médico que te debería tratar.

Es decir, la famosa teoría de los "seis grados de separación de Kevin Bacon" tiene una variante que dice que cuando buscas unos síntomas online no tardas más de seis enlaces en diagnosticarte un cáncer o SIDA. No te rías. A ti también te ha pasado.

"Si veo una página web sobre lesiones cerebrales traumáticas y tengo dificultades para tolerar la incertidumbre, podría ser más propenso a preocuparme por si esa es la causa de un bulto en mi cabeza". Explica el neurocientífico Thomas Fergus en un estudio para 'Cyberpsychology, Behavior and Social Networking'.

Por lo tanto si el Dr. Google y tu manipulada inconsciencia siempre te llevan a un diagnóstico mayor del que seguro padeces, somos, por naturaleza, unos auténticos masocas.

Pero no todo es negativo. Veamos un tercer ejemplo.

El neumólogo del hospital australiano Princesa Alexandra, Hangwi Tang, se encontró con un caso peculiar. Un jugador de waterpolo de sólo 16 años había sufrido una trombosis aguda en la vena subclavia. El médico explicó a los familiares que en casos de pacientes tan jóvenes las trombosis eran de motivo más bien incierto y que se establecería el tratamiento convencional.

El padre del paciente inmediatamente le espetó: “Eso no siempre es así. En el síndrome de Paget-von Schrötter la hipertrofia de los músculos del cuello debido a deportes como el waterpolo conducen a la compresión dinámica de la entrada de la vena axilar pudiendo desencadenar la trombosis torácica”...[literal] El sueño de cualquier ciberhipocondriaco, dejar con la boca abierta a tu médico. Evidentemente el padre no era profesional, simplemente estaba aterrado por la enfermedad de su hijo y buscó información en Google con cierto criterio.

Pero esto no fue lo positivo del caso. El doctor Hangwi Tang y su equipo decidieron, tras la anécdota, hacer un estudio científico del uso de Google para el diagnóstico diferencial.

Cogieron una selección aleatoria de 26 casos de (complicado) diagnóstico publicados en la revista 'New England Journal of Medicine' de 2005, dejando ciego su resultado y atendiendo exclusivamente a los síntomas. Acertaron: clavaron el diagnóstico de la revista en 15 casos (el 58%)

¿La clave y moraleja? El estudio estaba diseñado exclusivamente para establecer un criterio sobre Google e internet como herramienta de diagnóstico para médicos. Los que buscaban eran profesionales, pero imagínate qué hubiera pasado si el estudio lo hubiéramos completado ciberhipocondriacos como tú y como yo.

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