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CASAS DE MUÑECAS QUE SIRVEN PARA RESOLVER CRÍMENES

Frances Glessner, la entrañable anciana pionera de la ciencia forense

Uno de los más prestigiosos departamentos de medicina legal que existen fue fundado por una millonaria apasionada por la criminalística y las historias de Sherlock Holmes a la que, debido a su condición de mujer, no se le permitió de joven cursar estudios de medicina forense.

Frances Glessner

Frances Glessner Glessner House Museum de Chicago

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El qué, quién, cómo o porqué se ha cometido un crimen cada día cuenta con más adeptos gracias a la proliferación que ha habido en los últimos años en la emisión por televisión de numerosas series policiacas.

Detectives, forenses, policías u otro tipo de protagonistas que se dedican a resolver, de manera impecable y sorprendente, los más enrevesados crímenes, provocando que se despierte un inusitado interés por parte de un gran número de personas hacia la criminología y todo lo que le rodea. Y ya no sólo como espectadores televisivos, sino aumentando considerablemente el número de estudiantes interesados en dedicar su futuro profesional a la investigación de las causas y circunstancias que hay alrededor de cualquier delito.

Prácticamente la totalidad de estas series de ficción televisiva se basan en hechos reales, contando para la elaboración de los guiones con expertos en criminalística y ciencia forense que aportan el máximo de rigor y veracidad a las tramas –evidentemente siempre descartando contadas excepciones en las que se les puede haber ido de las manos algún hilo argumental y se le haya hecho algún remiendo para darle un final decentemente creíble-.

Hoy en día sería impensable poder contar con esos grandes expertos en criminalística si no hubiera sido gracias al entusiasmo y generosa aportación de Frances Glessner, una apasionada a las novelas de Sherlock Holmes que decidió dedicar toda la fortuna que poseía a financiar a varios departamentos policiales.

Su objetivo era que éstos dotasen a sus detectives de la formación precisa para el estudio de cualquier delito desde la perspectiva de la ciencia forense. Además, fue la responsable de fundar a mediados de la década de 1930 el primer departamento de medicina legal de la Universidad de Harvard.

El origen de todo

La benefactora en cuestión era Frances Glessner, que nació en Chicago en 1878 y desde bien jovencita empezó a interesarse por el mundo de la investigación policial. Las novelas de Arthur Conan Doyle, en las que el genial detective de Baker Street analizaba hasta el más ínfimo de los detalles, hacían pensar a Glessner sobre por qué en los departamentos de Policía no había personal especializado y con formación específica para analizar con detenimiento las escenas del crimen.

A pesar de la pasión que sentía por todo ese mundo, la oposición de su familia hizo que tuviera que desistir de su deseo de estudiar medicina forense. No le quedó más remedio que, al igual que hicieron otras jóvenes de su época, contraer matrimonio con un joven y prometedor abogado -en su caso Blewett Lee, con el que tuvo tres hijos- del que acabó divorciándose años después.

Quien más se había opuesto a que Glessner estudiase una carrera universitaria fue su propio hermano John George, y fue precisamente tras el fallecimiento de éste en 1929 cuando finalmente decidió hacer lo que más deseaba en este mundo.

Para ello contó con la inestimable ayuda de George Burgess Magrath, quien había sido varias décadas atrás compañero en la facultad de medicina de Harvard del difunto hermano de Glessner. A pesar de que por aquel entonces ella ya contaba con 52 años de edad, nada le impidió que dedicara el resto de sus años al mundo de la criminalística.

Aprovechando que uno de los hobbies de su padre había sido el construir casas de muñecas en miniatura, Glessner volcó todo lo que había aprendido de su progenitor y se dedicó a realizar una serie de dioramas en las que representaba diferentes escenas de famosos crímenes.

También financió un gran número de actividades relacionadas con el estudio forense y fundó el departamento de medicina legal de la Universidad de Harvard de la que han salido algunos de los más brillantes expertos y expertas en medicina forense de los últimas ocho décadas.

Hoy en día los dioramas de Glessner siguen utilizándose para el estudio criminalístico y para inspirar a muchas de las escenas que podemos ver en las exitosas series de televisión.

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