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AMALGAMA DE SÍNTOMAS

¿El estrés es distinto en hombres y mujeres?

Diferentes efectos de distintos componentes generan que hombres y mujeres actuemos de forma muy distinta bajo la presión del estrés.

Efectos del estrés

Efectos del estrés Firesam! en flickr cc

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Dolor de espalda, migraña, ansiedad, acné, fallos de memoria, diarrea, falta de energía, rigidez en el cuello, problemas de concentración, malestar de estómago, insomnio...

Una amalgama de estos síntomas es un posible indicativo de que una persona está sometida a demasiado estrés, ya sea hombre o mujer. Sin embargo, a nivel molecular parece que los cuerpos femeninos y masculinos no responden exactamente igual.

Por ejemplo, bajo condiciones de estrés las mujeres están biológicamente más predispuestas a sufrir trastornos alimenticios (como la bulimia y la anorexia) que los hombres.

Neurobiólogos del Instituto Weizmann llegaron a esta conclusión mientras estudiaban el hipotálamo, un área del cerebro que, entre otras muchas funciones, regula la producción de energía y ayuda al cuerpo a reaccionar a situaciones estresantes.

Así, cuando el estrés ataca, las células de esta zona del cerebro producen un receptor llamado CRFR, que activa la red de neuronas del sistema simpático que responden al estrés, aumentando entre otras cosas el latido cardiaco. Pero, además, en las féminas este receptor regula el apetito, normalmente anulando la sensación de hambre cuando una mujer se estresa. En los hombres, por el contrario, el estrés no afecta a las ganas de comer.

No es la única diferencia de género ante las tensiones que ha sido probada científicamente. Debido a un gen masculino llamado SRY, en momentos de estrés los hombres suelen responder de manera más agresiva.

Lo atribuyen a que este gen, que sólo existe en el cromosoma 'Y' de los varones y que favorece la secreción de un grupo de neurotransmisores llamados catecolaminas (adrenalina, noradrenalina...), favoreciendo la activación de los músculos para dar una respuesta innata de lucha o huida, según concluían el australiano Joohyung Lee y sus colegas en la revista 'BioEssays'. En las mujeres, por el contrario, se secretan estrógenos y opiáceos internos, con un efecto relajante y anestésico, que inhibe la agresión.

A esto se le suma que, mientras los hombres estresados tienden a centrarse más en sí mismos y se vuelven menos capaces de distinguir sus propias emociones e intenciones de las ajenas, a las mujeres les ocurre justo lo contrario: el estrés las vuelve más empáticas y prosociales.

Las zonas de la sesera responsables de tomar de decisiones también se ven afectadas de forma diferente cuando hombres y mujeres se tensan. Neurocientíficos californianos comprobaron que, mientras en el cerebro masculino sometido a estrés las áreas del cerebro relacionadas con la obtención de recompensas entran en ebullición, lo que les lleva a asumir más riesgos y darle más peso a los posibles beneficios a corto plazo, en las mujeres la actividad en estas zonas de la mollera se reduce y se vuelven más prudentes y evitan los riesgos.

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