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VOLVEMOS A LO CONOCIDO UNA Y OTRA VEZ

Este estudio sugiere que dejamos de descubrir música nueva a los 30 años

Una encuesta llevada a cabo por la plataforma Deezer revela que alcanzamos el máximo de curiosidad musical a los 24 años. A partir de la treintena, el interés por los nuevos grupos y artistas se esfuma.

Pasada cierta edad, tendemos a escuchar casi siempre lo mismo

Pasada cierta edad, tendemos a escuchar casi siempre lo mismo Rawpixel.com

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Hace tiempo que la radio ha dejado de ser el canal por excelencia para descubrir nuevos grupos y canciones. Gracias a internet, disponemos de multitud de fuentes donde encontrar las últimas novedades musicales y aquellos artistas menos conocidos.

Sin embargo, la existencia de este inmenso catálogo virtual no impide que, pasada cierta edad, dejemos de explorar nuevas bandas y canciones para centrarnos en lo conocido.

Al menos, así lo ha demostrado un reciente estudio del servicio de música en ‘streaming’ Deezer. Después de preguntar a un millar de individuos sobre sus hábitos y preferencias musicales y analizar las respuestas, sus autores han podido concluir que la mayoría de personas dejaban de descubrir música nueva a partir de los 30 años y medio.

Según el mismo trabajo, la edad a la que somos más curiosos en lo que a novedades musicales se refiere son los 24 años. El 75 % de los encuestados que rondaban esa edad aseguraba escuchar más de una decena de canciones nuevas a la semana y el 64 % descubría cinco artistas al mes.

No es la primera vez que un estudio arroja resultados como estos. Otro análisis de datos de Spotify y Echo Nest reveló que una vez el gusto musical de las personas madura, alrededor de los 30 años, el afán por descubrir canciones y grupos nuevos comienza a decaer.

En cuanto a las razones para este cambio, existen varias hipótesis. Por un lado, el hecho de que empecemos a escuchar los mismos temas una y otra vez puede deberse al deseo de evocar el pasado y la nostalgia.

Asimismo, reproducir nuestras canciones favoritas una y otra vez provoca una respuesta de placer en el cerebro y porque recuperar una canción del pasado puede volver a causarnos emociones como si fuera una verdadera novedad.

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