TecnoXplora » CienciaXplora » Divulgación

¿CÓMO DICES QUE TE LLAMAS?

¿Eres malo recordando nombres?

Conoces a alguien, escuchas su nombre y un segundo más tarde ha desaparecido completamente de tu mente.  Al principio no le das mucha importancia, de modo que sigues sonriendo y charlando como si nada, hasta que la conversación avanza lo suficiente como para que en un segundo plano comiences a preguntarte a ti mismo: “¿cómo se llamaba esta persona?”

¿Cómo dices que te llamas?

¿Cómo dices que te llamas? Metropolico.org en flickr cc

Publicidad

Nos ocurre a todos, al cerebro le cuesta hacer varias cosas simultáneamente y cuando nos presentamos tenemos que estar pendientes de estrechar la mano o dar dos besos mientras decimos nuestro nombre y escuchamos el de la otra persona.

Los nombres por lo general son difíciles de recordar puesto que un nombre por si mismo no da información adicional que nos ayude. Esto no ocurriría si la persona a la que acabamos de conocer nos diera otro tipo de información, como por ejemplo, su profesión.

“Hola, me llamo Daniel” es más difícil de recordar que “Hola, soy bombero” porque el nombre por si mismo no nos da ninguna información específica, mientras que la palabra bombero nos hace imaginar el uniforme y el camión.

Esto ocurre porque nuestro cerebro tiene varios tipos de memoria. La memoria de trabajo es la más efímera y a pesar de ello es muy práctica puesto que nos permite recordar un número de teléfono mientras nos lo van dictando hasta que lo escribimos en el papel, olvidándolo para siempre en cuanto terminamos. Esta memoria reside en el hipocampo y en la corteza prefrontal. Si un nombre sólo alcanza esta memoria lo olvidaremos rápidamente.

La profesión de bombero sin embargo se guardará en la memoria a corto plazo,  la memoria que utilizamos cuando memorizamos algo activamente. Aunque esta memoria también depende del hipocampo retendremos la información unos minutos más.

Si queremos memorizar el nombre más tiempo tendremos que utilizar una memoria más firme, la memoria a largo plazo. Este tipo de memoria aparece cuando un recuerdo de la memoria a corto plazo se vuelve valioso para nuestro cerebro. Cuando un recuerdo pasa de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo también pasa del hipocampo a la corteza cerebral volviéndose más estable.

Por eso si hablas mucho una noche con una persona, te cae bien y la conversación es interesante la recuerdas tanto a ella como a su nombre.

El atajo para memorizar a largo plazo es relacionar la información con una emoción, como sucede con la amistad. La repetición también ayuda, por lo que si decimos varias veces el nombre de la persona en voz alta durante la conversación, mientras le miramos, será más fácil recordarlo:

-          “Así que dime, Daniel, ¿a qué te dedicas?”

Publicidad