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SÉ EL REY DE LA PISTA AL INSTANTE

Doce trucos psicológicos para congeniar en menos de cinco minutos

Conocer a gente nueva y tener que dar una primera impresión adecuada para caerles bien siempre da cierto vértigo… ¿Quién dijo miedo? Sonreír, tocar o simplemente mostrarte como un ser mortal que comete errores te ayudará a llevarte genial con quien se cruce en tu camino

Ahí estás tú, recién aparecida en escena desvelando tu divertido secreto.

Ahí estás tú, recién aparecida en escena desvelando tu divertido secreto. Pixabay

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La mayoría de las relaciones de amistad se desarrollan de forma tan natural que casi nunca recordamos ni cómo comenzaron. Pero ese momento en el que alguien conoce a alguien y se dan cuenta de que sus personalidades encajan no siempre es casual, y los expertos en psicología lo saben.

Es posible llevar a cabo unas sencillas y efectivas tácticas para plantarnos delante de gente a la que no conocemos de nada y caerles fenomenal. Toma nota y adáptate a cualquier ambiente rápidamente. En menos de cinco minutos querrán acercarse a charlar contigo.

1. Cópiales. Como si estuvieseis echando una ronda del mítico juego espejo, el conocido como 'Efecto camaleón', la estrategia de asemejar tu lenguaje corporal, gestos y expresiones faciales a los de quienes te rodean te ayudará a que cojan confianza a la velocidad del rayo porque te verán como uno más. Eso sí, procura hacerlo de manera sutil sin que parezca que te estás cachondeando de sus movimientos. Y nunca, nunca, nunca, llegues al extremo de repetir lo que digan como un robot: eres su semejante, no un loro.

2. Sé omnipresente. Cuanto más tiempo estés a su alrededor más cercanía sentirán. Tal y como descubrieron en 1950 investigadores del MIT, parece que el simple hecho de estar presente hace que te relacionen con algo familiar y la gente se siente atraída por quienes sienten como si fuesen vecinos de toda la vida. Claro que no basta con estar ahí como un pasmarote, sigue leyendo porque necesitarás acompañar tu presencia física de otra serie de tácticas...

3. Preséntate. Pero escoge las palabras adecuadas porque, como se suele decir, nunca tendrás una segunda oportunidad para causar una primera impresión y resulta que la gente asociará los primeros adjetivos que utilices al saludar para describir tu personalidad. Este fenómeno, conocido en psicología como 'Transferencia de rasgo espontánea', puede jugarte una mala pasada si lo primero que dices resulta desagradable: te considerarán un rancio de la vida y te asociarán con cualidades negativas.

4. Siempre positivo. Dale la vuelta al clásico de Van Gaal y procura estar en un estado de ánimo agradable y positivo para transmitir las mejores vibraciones. Funciona, o al menos así lo señaló una investigación realizada por científicos de las universidades de Ohio y Hawái según la cual la gente puede sentir de manera inconscientemente las emociones de quienes les rodean. Ya lo sabes: genera tú mismo el ambiente ideal para caerles en gracia.

5. Hazte amigo de sus amigos. Porque, como decía la canción, ‘son tus amigos’. Tener algún nexo de unión con sus vidas es un arma ideal para que confíen en ti y te sientan cercano. ¿Qué no conoces a nadie de su entorno? Usa un nombre común como Paco, Dani y María. Cuando se den cuenta de que no habláis de la misma persona, hasta puede resultar divertida la casualidad de que tu contacto inventado también haya estudiado o trabajado allí.

6. ‘Cómo moláis’. Alábales, pero ojo, sin ser pelota. Hace tiempo que los psicólogos señalaron la existencia de un fenómeno llamado reciprocidad de gusto: resulta que cuando pensamos que le gustamos a alguien tendemos a que esa persona nos guste también. Actúa como si te encantase estar junto a esas personas y di algo complaciente, puede que de pronto tú también les encantes.

7. Sonríe. Un estudio realizado el año pasado en la Universidad de Florencia demostró que si cuando vemos a una persona por primera vez está sonriendo, las posibilidades de acordarnos de ella más tarde son mucho más grandes que si tu semblante es el de alguien con malos humos. Claro que para que sea creíble tus ojos también tendrán que estar sonriendo y su forma se adaptará a la alegría y amabilidad que pretendes transmitir. Haz la prueba en el espejo porque las sonrisas falsas se notan, y mucho.

8. Revela alguno de tus defectos. Nadie es perfecto, y nos gusta saber que la persona que tenemos delante también comete errores. Alguna información curiosa que revele que también cometes fallos o el simple hecho de derramar un poco de café –tampoco hace falta que hagas un 'Mr. Bean' y acabes rebozándote en un suelo encharcado–, hará que les resulte más fácil identificarse contigo y te hará ser más vulnerable con quienes te rodean -ideal para que se sientan cercanos a ti-. ¡Anda! ¡Si resulta que a ellos les pasó lo mismo! Codo-codo, guiño-guiño.

9. Ayúdate del sentido del humor. Estrategia complicada si no somos capaces de que nuestras bromas encajen con los gustos de los interlocutores, aunque si acertamos nos aseguran que les caeremos estupendamente. Sonríes y eres una persona graciosa, ¿qué más puedes pedir? Importante: no confundas el reírse contigo del reírse de ti, el segundo denotará la catástrofe social.

10. Tocamientos casuales. No seas bruto que la idea no tiene nada que ver con que les agarres del brazo o abraces sin previo aviso, pero si en lugar de quedarte como un pasmarote con los brazos cruzados sobre el pecho –cuidado, gesto que evidencia que estás completamente cerrado a esa situación, o simplemente que tienes frío, que también podría ser–, les tocas un brazo sutilmente mientras hablas o tocas tu espalda con la suya en un momento dado, apenas lo notarán y lo interpretaran como un gesto de cercanía y confianza.

11. Diles un secreto. Sin buscar el trueque infantil de ‘te cuento esto para que tú me cuentes nosecuantitos’, lo cierto es que la autorevelación puede ser una de las mejores técnicas para construir nuevas y duraderas relaciones. Pero mide cómo lo haces y cuenta algo anodino y simpático: los datos o anécdotas demasiado turbias, así de primeras, dan más miedo que otra cosa.

12. Y no te olvides de dejarles hablar. Dejar que alguien comparta una o dos anécdotas sobre su vida en lugar de ponerte a hablar como un loco y acaparar toda la conversación hará que tu interacción sea percibida como amable y cercana ¿No te parecen mucho más interesantes las ponencias o charlas en las que se añaden ejemplos sobre terceras personas? Pues igual de poco interesante les resultará tu monólogo si no les dejas participar.

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