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SEGÚN UN ESTUDIO DE LA Universidad de California-Davis

Desvelan que el LSD o la ayahuasca sirven para reparar neuronas

Si te preguntan por los efectos de la dietilamida de ácido lisérgico, es probable que te encojas de hombros. Pero si te nombran esta droga por sus siglas, LSD, la cosa cambia. Porque todo el mundo ha oído hablar alguna vez de los "viajes" multisensoriales que experimentan quienes la consumen por pura diversión. Muy parecidos a los que produce beberse un vaso de ayahuasca, una especie de té consumido históricamente por varios pueblos indígenas del Amazonas bajo la supervisión de chamanes que se ha puesto de moda en occidente.

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El LSD se vincula al Día Mundial de la Bicicleta Dani Cabezas

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Lo que quizás desconocen los consumidores de alucinógenos es que consumiendo tanto LSD como ayahuasca el cerebro cambia. Ambos hacen que las ramificaciones de las neuronas (dendritas) se multipliquen, a la vez que aumenta el número de conexiones o puntos de contacto entre células nerviosas (sinapsis).

El cableado cerebral se reestructura. Las neuronas extienden sus "dedos" y se agarran con fuerza unas a otras. El cerebro se comunica mejor. La información fluye a toda pastilla. Un fuerte impacto, en suma.

Es la conclusión a la que acaban de llegar científicos de la Universidad de California-Davis (EE UU).

"Hace tiempo que hemos asumido que las drogas psicodélicas alteran la estructura neuronal, pero este es el primer estudio que confirma esa hipótesis sin ambigüedades", asegura David Olson, bioquímico y principal responsable de la investigación que publica la revista Cell.

En sus experimentos, Olson y sus colegas usaron DMT, el alucinógeno de la ayahuasca. Analizando sus efectos en ratas observaron que, si bien la droga se eliminaba del organismo de los roedores en solo una hora, en el cerebro sus efectos positivos duraban mucho más.

A lo largo de las 24 horas siguientes, el DMT promovía un recableado de los circuitos neuronales. Sorprendentemente, el alucinógeno disparaba la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad de las neuronas para cambiar, adaptarse y regenerarse. Y eso repercutía positivamente en el estado de ánimo.

Según Olson, lo más interesante del asunto es que estas propiedades podrían aprovecharse para tratar de forma eficaz trastornos como la depresión, las adicciones o la ansiedad.

"Uno de los sellos distintivos comunes a la depresión, la ansiedad y las adicciones es que las ramificaciones de las neuronas de la corteza prefrontal -que regula el humor y las emociones- encogen", aclara el bioquímico norteamericano.

Aunque asegura que no es previsible que se prescriba LSD ni ayahuasca para acabar con la ansiedad y la depresión, está convencido de que terminaremos "creando un compuesto antidepresivo inspirado en estas drogas psicodélicas".

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