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¿CÓMO ES EL CEREBRO CURIOSO?

Si tu cerebro aprende algo nuevo, el placer es mayor al de probar un bombón de chocolate

La curiosidad no solo no mató al gato, sino que posiblemente lo volvió más listo y lo convirtió en un mejor estudiante. ¿Cómo es y cómo funciona el cerebro curioso?

Cerebro

Avances científicos sobre el cerebro Antena 3 TV

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Un reciente estudio llevado a cabo por Matthias J. Gruber y sus colegas de la Universidad de California en Davis, basado en técnicas de neuroimagen, ha demostrado que la expectación produce un aumento de la actividad en el hipocampo del cerebro que favorece el aprendizaje y la memorización de cualquier clase de información y datos relacionados con aquello que ha despertado nuestro interés, pero también de cualquier otra información no relacionada directamente con lo que nos intriga.

Este incremento de la retentiva que se produce en el cerebro curioso se ve potenciado por la activación del sistema de recompensa del cerebro y la movilización de la dopamina, un neurotransmisor relacionado con la motivación y que nos conduce a perseguir y alcanzar objetivos, tal y como revelaban los investigadores en la revista Neuron.

En definitiva, cuanta más curiosidad nos despierta algo, más predispuesta parece estar nuestra sesera a aprender.

Si la curiosidad por conocer una respuesta nos lleva a teclear una serie de palabras claves en un buscador de la Red de redes, el beneficio puede ser doble.

No en vano, tras comparar el cerebro de personas de mediana edad que navegan asiduamente por Internet con el de aquellas que apenas se asoman al ciberespacio, investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (EE UU) han demostrado que, a nivel cerebral, los internautas se distinguen por tener activados ciertos grupos de neuronas relacionadas con la toma de decisiones y el razonamiento complejo. Y que esa diferencia retrasa los síntomas propios de la senectud y mantiene el cerebro joven durante más tiempo.

Por otra parte, descubrir algo nuevo nos causa un placer superior al que produce llevarnos a la boca un bombón de chocolate. Las pruebas más evidentes de que esto es así las encontró Emrah Düzel, del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College de Londres (UCL), durante un experimento destinado a evaluar si el cerebro humano prefería los estímulos nuevos o familiares.

En la investigación, se mostró a los individuos una serie de imágenes, algunas con contenido emocional, tales como accidentes de tráfico. El cerebro, la zona responsable de regular los niveles de motivación y de que se libere la dopamina y hormona del placer, únicamente respondió a las imágenes nuevas.

"Cuando vemos algo nuevo nuestro cerebro que tiene algún potencial de recompensa y eso nos motiva a explorar nuestro entorno en busca de incentivos", explica Düzel, que añade que el cerebro aprende que los estímulos, una vez que son familiares.

Cuando, movidos por la curiosidad, encontramos respuestas que nos causan sorpresa, la recompensa es mayor. Un estudio neurocientífico realizado hace algunos años por la Universidad de Emory reveló que el núcleo accumbens, una zona del cerebro identificada como el principal centro del placer, se activa con mucha más intensidad cuando probamos una bebida que nos sorprende que consumiendo la que consideramos como nuestra bebida favorita. En otras palabras, lo imprevisible nos produce más placer que lo familiar.

“El cerebro sorprendido es un cerebro más feliz”, concluían los autores del estudio.

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