ESTUDIO EN RATONES

Cannabis: ¿nueva terapia contra el Alzheimer?

De acuerdo con un nuevo estudio, actuaría directamente contra la inflamación que daña las neuronas.

Cannabis

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Pese al titular, la realidad es que no debería sorprendernos tanto. El cannabidiol (CBD) es uno de los 113 cannabinoides que se encuentran en Cannabis sativa (más conocida como marihuana) y el más estudiado. Principalmente por sus efectos en el cerebro. Y no hablamos de aquellos alucinógenos: el CBD no contiene tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente psicoactivo de esta planta.

De hecho, el CBD se ha utilizado para tratar la epilepsia refractaria, uno de los casos más severos de epilepsias infantiles severas (el CBD redujo la frecuencia de convulsiones en un 39%). También ha mostrado efectos positivos en el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut.

Estos estudios demostraron que el CBD puede modular la excitabilidad neuronal y neurotransmisores sin efectos psicoactivos, lo que abrió la puerta a estudiar otras patologías neurológicas.

Pero hay más. El CBD también se ha estudiado para tratar la Esclerosis Múltiple, sus efectos permiten reducir la rigidez muscular y el dolor neuropático. Tanto que la Unión Europea y Canadá han aprobado el uso de Sativex (nabiximols), un aerosol oral de CBD+THC, para tratar la espasticidad en EM.

Otros ensayos clínicos sugieren que el CBD podría mejorar síntomas no motores, como ansiedad, alteraciones del sueño o alucinaciones en pacientes con la enfermedad de Parkinson. Eso sí, este último estudio no cuenta con un universo amplio, por lo que no habría que sacar conclusiones tan rápidas.

Si el uso de CBD ya puede resultar polémico por los prejuicios que genera, usarlo en menores, abre una puerta que muy pocos se atreven a cruzar. Pese a ello, hay estudios que han analizado su uso en personas con trastornos del espectro autista (TEA). Un estudio publicado en 2021, analizó sus efectos en 188 niños, mediante una combinación de CBD y THC (20:1). Los resultados mostraron una reducción de un 50% los episodios de agitación. Aunque, nuevamente, se trata de un universo muy pequeño.

En este universo, el último estudio ha sido publicado en eNeuro y busca analizar los efectos del CBD en el Alzheimer, una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo y, teniendo en cuenta el aumento de la esperanza de vida y que las posibilidades se multiplican al pasar los 65 años, necesita soluciones en breve. Liderado por Babak Baban, el equipo se planteó una pregunta aparentemente sencilla: ¿y si, en lugar de atacar solo las proteínas que se acumulan en el cerebro, calmáramos la inflamación que alimenta el daño neuronal? La respuesta del equipo de Baban es el CBD. De acuerdo con los resultados, el cannabidiol administrado por inhalación reduce la neuroinflamación en un modelo establecido de Alzheimer, por ahora en un ratón.

Los investigadores utilizaron un modelo animal con rasgos de enfermedad de Alzheimer ya descritos y expusieron a los animales a CBD por inhalación de forma crónica. Midiendo cambios moleculares y transcripcionales en el tejido cerebral, observaron dos hallazgos principales: una reducción en la expresión de reguladores clave de la neuroinflamación y una disminución en las moléculas proinflamatorias. Además, identificaron rutas inmunes específicas con las que el CBD parece interaccionar, lo que sugiere mecanismos concretos más allá de un efecto inespecífico de "calmar" la inflamación.

La idea de que la inflamación crónica autoinmune es un motor central del Alzheimer y no solo un daño colateral, no es nueva, pero gana fuerza. Si realmente se puede modular esa respuesta inmune del cerebro con compuestos relativamente seguros como el CBD, abriría la puerta a nuevos enfoques: combinar control de la inflamación con intervenciones que limpien placas y ovillos.

Estudios previos muestran que el CBD puede favorecer la eliminación de agregados proteicos mediante otros mecanismos; unido a la acción antiinflamatoria, la combinación sería prometedora.

Eso sí, hay que ser muy cauteloso. Es un estudio en ratones. Los modelos murinos son herramientas esenciales, pero la historia de la neurociencia está llena de tratamientos eficaces en ratones que no funcionan en humanos. Los cerebros, la inmunidad y la farmacocinética difieren mucho entre especies.

También hay que tener en cuenta que el estudio usó inhalación crónica; cómo se traduce eso a la dosificación humana, la seguridad y los efectos secundarios (pulmonares, sistémicos) es una incógnita. Por lo tanto, estamos hablando de un estudio prometedor, pero por ahora no uno que cumple. Se necesitan más estudios.

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