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Una de las dos sondas ha salido del sistema solar, y la otra está a punto

Voyager: Un viaje de 36 años… ¡y seguimos!

Al combustible nuclear que impulsa a las dos sondas le quedan siete años de vida. Entonces vagarán a la deriva y sin control, ya fuera de nuestro sistema solar. Son los objetos fabricados por el hombre que más lejos han llegado jamás.

Cubierta del disco de las Voyager

Cubierta del disco de las Voyager NASA / JPL

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Corría el año 1977. Ese año se estrenó la primera película de la saga 'La Guerra de las Galaxias' bajo el título 'Episodio VI: Una nueva esperanza' y mucha gente se enganchó al mundo del espacio. Además, ese año se recibió en el radiotelescopio Big Ear la señal bautizada como "Wow", una señal anormalmente potente que no se ha vuelto a repetir. Su origen no ha sido determinado, incluso algunos piensan que su origen pudo ser extraterrestre.

Pero la historia que hoy nos embarca se inició cinco días más tarde: el 20 de agosto de 1977.

Ese día desde Cabo Cañaveral en Estados Unidos se lanzó la sonda Voyager 2. Días más tarde, el 5 de septiembre, se lanzó su hermana gemela, la Voyager 1. Estas dos sondas, 36 años después, se han convertido en los objetos fabricados por el hombre que más lejos están de nuestro hogar, con el permiso de la Pioneer X, que se encuentra a medio camino entre las dos.

Aunque inicialmente estas sondas estaban destinadas a formar parte del programa Mariner, finalmente formaron su propio programa, el Voyager, con la misión de abandonar los límites de nuestro sistema solar.

Las sondas

La Voyager 1 se aleja de nosotros a una velocidad de 17 kilómetros por segundo. Su hermana tampoco va despacio: a 15 kilómetros por segundo.

En su viaje, la Voyager 1 tuvo un acercamiento a Júpiter y a su satélite Ío (1979) tomando miles de fotografías durantes los días en los que duró esta aproximación. La sonda aprovechó el paso por el planeta gigante para darse lo que se conoce como un 'empujón gravitatorio', acelerando su ritmo. Esto le sirvió para aproximarse al planeta Saturno y a su satélite Titán (1980).

En estos momentos, se está aproximando a la heliopausa, el límite del sistema solar.

La Voyager 2 hizo una aproximación menos cercana a Júpiter (1979), pero también se aprovechó de su empujón gravitatorio para acercarse a Saturno (1980). Tras acercarse al planeta anillado se dirigió a Urano (1986) descubriendo 10 lunas. Años más tarde, llegó a Neptuno (1989) haciendo una aproximación a su satélite Tritón. En 2007 salió de la influencia del Sol, pasando a ser una sonda interestelar.

Como dato curioso, sendas Voyager llevan incorporado un disco de oro grabado con un saludo varios idiomas de nuestro planeta, sonidos de nuestro entorno y datos tallados con el fin de que si alguna civilización extraterrestre inteligente se hace con este disco, sepa de dónde procede.

El final de las sondas

Cuando el combustible nuclear de las sondas se termine, ya no será posible realizar ningún tipo de corrección y los instrumentos ya no funcionarán. Esto sucederá aproximadamente en 2020. Pero aunque ya no tengan ningún tipo de combustible, seguirán con su trayectoria a una velocidad constante.

Tal vez en algún momento esta trayectoria pase cerca de algún planeta con vida inteligente y sean capaces de capturar el objeto y, si saben interpretar los datos del disco dorado, podrán saber que en una lejana estrella hay un planeta en el que un día fuimos capaces de enviar un objeto a otro planeta lejos de nuestro sistema solar.

¿Dónde podría acabar la aventura? Según su trayectoria, la Voyager 2 pasará cerca de una estrella situada a 10 años luz llamada Ross 248. Hasta que ese momento llegue, pasarán 193.000 años.

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