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LO QUE VEMOS EN EL ESPACIO NO ES ACTUAL

La luz, viajera del tiempo

La luz tiene una velocidad, por lo que no se transmite instantáneamente, sino que viaja. Eso sí, viaja muy rápido, a casi 300.000 Km/s. En distancias cortas como un semáforo o las luces de un coche no se aprecia el retraso que produce la velocidad de la luz, pero cuando nos referimos a otros planetas, otras estrellas u otras galaxias, estos retrasos son más que significativos.

Nebulosa del Anillo en la constelación de Lyra

Nebulosa del Anillo en la constelación de Lyra The Hubble Heritage Team (AURA/STScI/NASA).

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Imaginaros que en la Luna tuviéramos un espejo tan grande en el que nos viéramos reflejados ¿Cómo nos veríamos? Resulta que nuestro satélite está separado, de media, 384.000 kilómetros, lo que quiere decir que su luz tarda en llegar a nosotros 1,28 segundos ya que viaja a 299.792 Km/s. Por tanto, si nos miramos en ese espejo, nuestra luz tardaría en llegar 1,28 segundos sumados a otros 1,28 segundos que es lo que tardaría en volver nuestro reflejo, por tanto, al mirar ese espejo nos veríamos tal y como éramos hace 2,56 segundos.

Este hipotético experimento lo que viene a decir es que la luz no viaja a velocidad infinita, sino que tarda en llegar a los sitios, y tarda más cuanto más alejados estén los objetos.

Imaginaros que en lugar de un espejo mandamos al espacio a un astronauta con un telescopio tan grande que allá donde viaje pueda ver nuestro planeta en detalle. Si mandamos a nuestro astronauta a Marte, situado de media a unos 225 millones de kilómetros, nos vería tal y como éramos hace 12,5 minutos.

Pero vayamos más allá, hasta Próxima Centauri, estrella satélite de Alpha Centauri y la más próxima a nosotros. Esta estrella está situada a unos 40 billones de kilómetros, o lo que es lo mismo, 4,24 años luz. Por tanto nuestro astronauta no nos vería tal y como somos en abril de 2015, sino cómo éramos 4,24 años atrás, esto es, a principios de 2011 ¿Os acordáis de lo que estabais haciendo en enero de 2011? Si no es así sólo se lo tendríais que preguntar a nuestro astronauta.

Pero el universo es muy grande y podemos alejarnos mucho más. Como por ejemplo a una de las estrellas más brillantes del cielo, que comenzará a verse en las noches de primavera y reinará en nuestros cielos hasta principios de otoño. Su nombre, Vega, la más brillante de la constelación de Lyra. Si nuestro astronauta nos viese desde allí, nos vería tal y como éramos hace 25 años. Algunos de vosotros todavía no habríais nacido

Uno de los objetos más vistosos que nos ha mostrado el telescopio espacial Hubble es la nebulosa del Anillo, también en la constelación de Lyra, pero un poco más alejada que Vega. Estos restos de una estrella similar al Sol se encuentran a 2.283 años luz. Si nuestro astronauta estuviese allí y mirase hacia nuestro planeta, no nos vería a ninguno de nosotros... ya que todavía no habíamos nacido en el año 268 aC.

A quien sí podría ver por aquella época es a Aristarco de Samos, astrónomo griego conocido por ser el primero en proponer el sistema heliocéntrico, esto es, un sistema en el que el Sol es el centro y los planetas giran a su alrededor. A pesar de la solidez de su razonamiento, tuvieron que pasar más de 1.700 años para que se estableciese el heliocentrismo.

Y para terminar, imaginemos que nuestro astronauta viaja al objeto más alejado que podemos ver a simple vista: la galaxia de Andrómeda, situada a 2,2 millones de años luz. Si mirase a nuestro planeta desde allí no vería seres humanos porque hace 2,2 millones de años todavía no habrían aparecido. Estaría observando la época del Pleistoceno de nuestro planeta, donde los Homo habilis y los Australopithecus africanus eran los pobladores. Para que os hagáis una idea de la lejanía, el fuego no se descubriría hasta 1,5 millones de años más tarde.

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