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¿QUÉ LAS PRODUCE?

Estas son las señales más misteriosas del universo

Hasta ahora se habían descubierto apenas 170, pero un telescopio específico ha encontrado 500 en un año. ¿Qué significan?

El radiotelescopio CHIME

El radiotelescopio CHIME CHIME

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La luz visible es solo una parte del espectro electromagnético, que incluye desde los rayos gamma, con la longitud de onda más pequeña, menos que un átomo, hasta las ondas de radio, cuya longitud tiene el tamaño de un edificio. En el medio se encuentran los rayos X, los infrarrojos, los ultravioletas, las microondas, el espectro visible (los colores). La gran diferencia entre todas ellas son sus temperaturas (cuanto mayor es la longitud, menor la temperatura) y si pueden o no penetrar en la atmósfera terrestre: solo el espectro visible y las ondas de radio lo consiguen.

Y aquí es cuando entran en escena las ráfagas de ondas de radio o FRBs por sus siglas en inglés. Si nuestros ojos fueran capaces de ver las ondas de radio, probablemente detectaríamos un universo completamente nuevo. Y no solo hablamos de las ondas que emiten las estaciones de radio de nuestras cadenas habituales, sino también de las FRBs: miles de ellas se verían a diario, llegando desde todas las direcciones. Sin embargo, a pesar de su número, nadie había detectado nunca ninguna de ellas. Ni siquiera se intuía su existencia. De hecho, la primera fue descubierta casi por accidente en 2007: un estudiante universitario, David Narkevic estaba buscando restos de estrellas que habían colapsado y encontró la primera. A esta le siguieron unas 140 a lo largo de poco más de una década.

Desde entonces se han convertido en el mayor misterio de la radioastronomía. Las ráfagas de radio rápidas son ondas de radio que duran solo uno o dos milisegundos, son increíblemente potentes (entre las más brillantes del cosmos) a pesar de viajar miles de millones de años luz y en su interior hay más energía que la que produce el Sol en un día. Y desaparecen sin dejar rastro…

El problema es que cada nueva detección de una FRB, traía más preguntas que respuestas. ¿Qué las produce? ¿Hay algún patrón? ¿Todas tienen un origen similar? Ahora, un equipo de científicos del M.I.T. liderados por Kaitlyn Shin ha publicado un estudio en el que no solo señalan haber descubierto y analizado, en un año, 535 nuevos FRBs (tres veces más de los que se habían descubierto en casi tres lustros) sino también podrían aportar nuevas y esperadas respuestas.

El equipo de Shin utilizó el radiotelescopio CHIME (siglas de Experimento Canadiense de Mapeo de la Intensidad del Hidrógeno) ubicado en la Columbia Británica. Se trata de un telescopio originalmente concebido para buscar el origen del hidrógeno en el universo, el elemento más abundante en el universo y el primero de todos en formarse. Su objetivo inicial era crear una cronología del cosmos, siguiendo la estela del hidrógeno, desde sus orígenes. La cantidad de datos que procesa, en un segundo, es similar al 3% de datos que circulan por internet en un día.

Pero ahora CHIME se ha centrado también en las FRBs. El primer hallazgo del equipo de Shin les permitió dividir las FRBs en dos clases: las que se repiten y las que no. El equipo de Shin detectó unas 18, entre las más de 500, que se repetían. Estas tenían patrones diferentes, duraban más tiempo y se emitían en frecuencias más concretas. Esto sugiere, según los científicos, que la fuentes de las cuales provienen las FRBs que se repiten son distintas de las que no se repiten.

“Gracias a todas estas nuevas FRBs – explica Shin – comenzamos a tener una imagen más completa sobre sus características. Cada FRB nos da alguna información de cuan lejos ha viajado y cuánto gas ha propagado. Gracias a esto podremos trazar un mapa más preciso del universo, comprendiendo cómo se distribuyen el gas y la materia. Las FRBs tienen el potencial de convertirse en las ondas cosmológicas del futuro”.

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