HALLADO EN SUDÁFRICA

Así era el diamante más grande jamás encontrado en la Tierra

Ante la incapacidad de ser usado, el diamante Cullinan se partió en más de 9 piezas para crear múltiples joyas. Varias pertenecen a la familia real británica.

Diamante

DiamanteByjeng para iStock

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Los diamantes son una joya muy preciada una vez están pulidos. Sin embargo, antes de llegar a ese punto han de encontrarse, demostrarse que sí son verdaderos diamantes, tasarse, venderse y ya comenzar a tratarlos. Esta es la historia del diamante más grande del mundo.

Fue encontrado en una mina de Pretoria, en Sudáfrica, el 25 de enero de 1905. La piedra pesaba, en su estado sin cortar, 3.106 quilates métricos; es decir, unos 680 gramos según relata Nieves Concostrina en 'Menudas historias de la Historia'. Su tamaño real era de 10,1 x 6,35 x 5,9 centímetros.

Este diamante fue apodado Cullinan en honor al dueño de la mina donde se encontró, Thomas Cullinan (en la foto superior). Su color blanco azulado y su "excepcional claridad" pusieron los ojos de todos los amantes de las piedras preciosas en este objeto.

Sin embargo, venderlo no era fácil, puesto que era una piedra muy grande. Así que más tarde lo adquirió el gobierno sudafricano de TransVaal por unas 150.000 libras. A continuación, el Cullinan fue entregado al rey británico Eduardo VII como un gesto simbólico tras la Guerra de los Bóers, cuenta 'Royal Collection Trust'.

Para tratarlo, el diamante Cullinan fue llevado a Países Bajos, al taller del joyero Robert Asscher. Durante ocho meses, tres hombres trabajaron unas 14 horas diarias para cortar y pulir nueve piedras del diamante original y 97 pequeños brillantes. A cada una de estas piedras se le asignó un número del I al IX.

Dónde están los diamantes Cullinan ahora

Actualmente, los nueve diamantes Cullinan se encuentran en diversas joyas y lugares. Por ejemplo, Cullinan I y II están en el cetro del rey Carlos III. Cullinan VI y VIII fueron comprados por el rey Eduardo VII como regalo para la reina Alexandra y otros fueron adquiridos por el gobierno de Sudáfrica. Sin embargo, varios de ellos fueron legados a la reina Isabel II en 1953 y residen en su colección privada de joyas o en otros elementos insignes como su corona.

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