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EL APOCALIPSIS DE LOS EMAILS DE TRABAJO

Slack: ¿Es posible mezclar Twitter con tu rutina de oficina?

Slack es una app social que, por extraño que parezca, piensa más en ahorrar tiempo a las empresas y en coordinar a sus trabajadores que en distraerlos.

Logotipo de Slack

Logotipo de Slack Slack

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Cuando hayáis aprendido a usar Slack, lo hayáis compartido con vuestros compañeros y lo hayan entendido vuestros jefes (esto quizá cueste un poquito) podréis prescindir de una vez por todas del sopor y la inutilidad de las inmensísimas cadenas de email que se producen a diario en cualquier trabajo de oficina donde la comunicación con los compañeros tenga que ser constante pese a las distancias (ya sean de metros o de miles de kilómetros).

Pero, primero, ¿qué diantres es Slack? Por su nombre, suena como una barrita energética, pero esta aplicación web con sendas apps para Android, iOS y versión para PC y Mac, fue creada por el fundador de Flickr, Steward Butterfield, con un solo objetivo en mente: organizar cuestiones de trabajo por hashtags. De este modo, cuando se requiere atención a un tema, cualquiera de las personas dadas de alta en Slack pueden incluirlo en el apartado temático correspondiente y el resto recibirán una notificación en la app.

Dicho así, no parece nada realmente revolucionario, pero lo es, porque utiliza sistemas muy interiorizados gracias a Twitter, Facebook y otras redes sociales en las interacciones laborales, secas y aburridas por naturaleza. Juntar el mayor agujero negro de la productividad con tu reunión del jueves y los temas que tenéis que tratar en ella es algo casi diabólico, pero efectivo.

Slack es tan efectiva que, según su propia web asegura, más de 130.000 personas la utilizan a diario desde su lanzamiento, y entre ellos se encuentran empresas de la altura de Ebay, Sony, Yelp o NBC Universal. Su objetivo es duplicar estas cifras en los próximos seis meses y hacer llegar su app a más empresas.

Pantallazo de Slack

Se trata de un caso único, en cierto modo, dentro del mundo de la tecnología, las apps y todo esto, pues el público siempre suele ser el usuario de a pie quien, por su uso, lo introduce en sus empresas y crea una cultura alrededor de un servicio que, inevitablemente, se cuela en la vida laboral. Seguro que muchos usáis Facebook con un grupo privado para organizar cuestiones laborales, o incluso un grupo de WhatsApp para tratar cuestiones más informales.

Slack, sin embargo, entra en el grueso del trabajo y corta toda la grasa hasta hacer una liposucción completa que elimina la necesidad del email. En una semana de uso intensivo, yo mismo he podido comprobar lo útil del uso de canales representados por hashtags para organizar mi trabajo: por un lado los post escritos, por otro los vídeos, por otro los trabajos en común con otras personas...Y eso que yo lo he usado más como herramienta unipersonal que como grupal, donde más fuerza gana.

Y las similitudes con Twitter no acaban ahí. Hay mensajes privados, para preguntar una duda a una persona sin llenar de mensajes el canal sobre el tema que se está tratando con más personas. También es posible crear grupos privados para, por ejemplo, que los jefes de un grupo decidan una estrategia antes de hacerla pública con el grueso de los trabajadores. Y, lo más importante de todo, en la parte derecha de la app se puede desplegar un timeline con todo el trabajo añadido desde la última vez que lo miraste, filtrándolo con contenido para todo el mundo o solo para ti.

Slack es todavía muy sencillo y quizá necesite ser más completo para atraer a empresas de un tamaño inmenso con un gran número de trabajadores, pero para grupos de hasta 20 personas es posible trabajar sin enviar un solo email y como si se estuviera usando Twitter ¿Es esta la nueva trampa de las tecnologías, unificar nuestros hábitos de procrastinación con los laborales? Si por algo os digo que Slack es una app tan malvada como efectiva…

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