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APPLE MOSTRÓ EL CAMINO

Mercado de las apps: de 0 a 100 en un teléfono

Si tienes un teléfono inteligente, tienes aplicaciones. Casi seguro que son más de diez y es muy posible que superes la veintena. Pero si no fuese por el iPhone 3G, tal vez no sería así.

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En la última WWDC, celebrada en junio de este año, Tim Cook dijo que la AppStore ya contaba con más de 1.200.000 aplicaciones. Si cada habitante de Ávila, Burgos, Salamanca, Segovia y Teruel descargase una app distinta, todavía quedarían suficientes para todo Palencia (168.955 habitantes según datos del padrón de 2013).

Hace 6 años había 500.

No hay que irse muy lejos para encontrar al culpable de todo esto: el iPhone. Apple se sacó un mercado de la manga y los desarrolladores acudieron como locos. Con razón. En 2013 los usuarios pagaron más de 10.000 millones de dólares en aplicaciones y la cifra aumenta cada año.

La AppStore abrió sus puertas virtuales el 10 de julio de 2008, tres días antes de que llegase al mercado el iPhone 3G (el primero que venía con acceso de fábrica a la tienda). En un principio las aplicaciones eran sencillas, aunque ya aparecían varias joyas. Comenzó una relación simbiótica en la que las aplicaciones atraían a los usuarios a la plataforma de Apple y los usuarios atraían a los desarrolladores. La compañía ponía (y pone) sus servidores y ejercía (y ejerce) de intermediario a cambio de un 30% de cada transacción (que todavía se lleva).

Tal vez sea exagerado atribuir todo el éxito al iPhone 3G, ya que realmente fueron de la mano. Además, los siguientes modelos (especialmente el iPhone 4) tuvieron mejores cifras de ventas. Sin embargo, fue el iPhone 3G el que mostró de lo que eran capaces los teléfonos inteligentes. Y lo importante es que no solo se lo enseñó a los usuarios, sino también a la industria.

En cualquier caso, cuando se alcanzaron los 250.000 programas llegó otro de los momentos clave de esta industria: no más pedos. No está muy claro si realmente fue Steve Jobs quien escribió las nuevas directrices de la tienda de aplicaciones; sí lo está que alguien en Apple se cansó de que sus teléfonos se utilizasen para simular flatulencias. Lo expresó de forma tan sencilla como contundente en el segundo punto de esta guía: “Ya tenemos más de 250.000 apps en la App Store. No necesitamos más apps de pedos”.

La llamada de atención surgió efecto y la firma de la manzana consiguió imponer la idea de calidad por encima de cantidad, a diferencia de lo que ocurría en Android. Para entonces, Doodle Jump (abril de 2009), WhatsApp (noviembre de 2009) y Angry Birds (diciembre de 2009) ya llevaban un tiempo en los bolsillos, pero otras como Instagram (octubre de 2010) llegaron tras la censura gaseosa.

Google no llegó mucho más tarde, pero sí lo suficiente como para que se notase la diferencia. Android Market (cambió su nombre a PlayStore en marzo de 2012) fue presentado en agosto y lanzado en octubre. En un principio quiso diferenciarse por una mayor apertura, lo que supuso más problemas de seguridad, menos respeto por los derechos de autor y, sobre todo, un lugar para todos los desarrolladores flatulentos. Libertad por encima de la calidad. En los últimos años se ha enfocado en mejorar su tienda y la ha sometido a varios lavados de cara.

Mientras, Windows Phone tuvo que tirar de talonario en los primeros años para conseguir atraer a los desarrolladores. La llegada de Windows 8 ayudó, ya que accedían a dos mercados sin un esfuerzo adicional, aunque a quien más tienen que agradecer, sin contar a Nokia, es a BlackBerry. Si los canadienses no lo hubiesen hecho tan rematadamente mal, tal vez hoy no serían los terceros.

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