El consumo de pornografía en la adolescencia los expone a visualizar ciertos comportamientos y, según Benjamín Ballesteros, director de programas de la Fundación ANAR, el verlos con frecuencia provoca que nuestra mente lo considere normal.

Carmela del Moral, responsable de Políticas de la Infancia de Save The Children, indica que "todas estas prácticas calan en un momento clave del desarrollo de la personalidad y de la sexualidad de las personas, como es la adolescencia", por lo que "acaban creyendo que la pornografía no es solamente lo normal sino también lo deseable y a lo que hay que aspirar", declara.

Luis Ballester, investigador en la UIB, advierte de la instauración de prácticas como la asfixia, pegar a tu pareja, fuertes tirones de pelo y otras actitudes como la "desconexión de la empatía". "Hay un proceso de insensibilización respecto de qué le pasa a la otra persona y, básicamente en relación a las mujeres", apunta, y Del Moral expone que más del 12% de los adolescentes ponen en práctica algunas de las cosas que ven en la pornografía sin el consentimiento de sus parejas y sin que a estas les parezca bien.

Además, afirma que "hay muchos adolescentes y jóvenes que creen que la violencia de género no existe y se perpetúan relaciones de violencia y desiguales que creíamos que habíamos superado pero hemos vuelto a ellas" y manifiesta que el problema no reside en que estos consuman puntualmente pornografía sino que sea esta "la única profesora en lo que a relaciones sexuales y a afectividad se refiere".