Tiene un hijo, Bruno, de 16 años, con quien quiere recuperar la relación aprovechando que la madre del chico se traslada a trabajar en el extranjero. Merlí  no quiere problemas, quiere soluciones; es un hombre que va al grano y dice siempre lo que piensa. Esto provoca incomodidad en los demás, especialmente los compañeros del claustro de profesores del Instituto Àngel Guimerà.