Casi un mes después del cuádruple crimen que acabó con la vida de Marcos Campos, Janaína Santos y María Carolina y David en un chalet de una tranquila urbanización de Pioz (Guadalajara), el 17 de septiembre de 2016 se encontraron los cadáveres descuartizados y metidos en bolsas de plástico. La casa estaba situada en la calle Sauces y el 17 de septiembre de 2016 los vecinos alertaron a los vigilantes de seguridad por el mal olor. Poco después las fuerzas de seguridad hallaban el macabro escenario.

Los vecinos se quejaban del mal olor que salía de la casa y, tras abrir las persianas, los vigilantes de seguridad alertaron a la Guardia Civil tal y como se cuenta en 'No se lo digas a nadie', la docuserie de ATRESplayer PREMIUM. El capitán de la comandancia de Guadalajara Ángel Barca puso en marcha el operativo antes incluso de llegar a la vivienda. "La reacción de todas las personas que entran al salón es una fuerte arcada al percibir el olor ese tan fuerte y el primer impulso es salirse a respirar aire a la calle", narra uno de los miembros del equipo al recordar aquel día.

El equipo llegó y comenzó con la inspección de la vivienda estancia por estancia desde el exterior donde había unas cajas de pizza en la entrada. Óscar Ortigado, el médico forense del caso fue quien vio que dentro de las bolsas de basura había restos humanos y en ese momento supo que se iba a tratar de un caso importante. En el salón donde estaban las bolsas, el suelo estaba repleto de moscas muertas.

En la planta superior, la cama del dormitorio principal estaba deshecha. Y un montón de cojines y mantas pegados a un armario les hizo sospechar que en la casa había un bebé y que dormía allí. "Uno de los detalles que más nos dejó en shock era que en una de las habitaciones había como una especie de manos pequeñas en la pared. Ya es cuando eres consciente de lo que puede haber pasado allí, que es una tragedia mayúscula", lamenta uno de miembros del equipo de fuerzas de seguridad.

A partir de ese momento se puso en marcha la investigación y lo primero era saber quien vivía allí y si en las bolsas estaban, efectivamente, los cadáveres de las personas cuyos pasaportes se habían encontrado en la casa. Comenzaba también el trabajo del médico forense para conocer la causa de la muerte y encontrar en las bolsas posibles huellas o pistas sobre quién o quienes podían haber cometido un crimen tan atroz.