No hay nada que un padre no sea capaz de hacer por sus hijos, en este caso, para entretenerlos. En un viaje a la capital de Francia, un padre saca de su mochila un interruptor y le confiesa a su hija que se trata de aquel con el que se encienden las luces brillantes de la Torre Eiffel.
Este le da la noticia de que será ella la encargada de encenderlas, ante lo que la niña, emocionada por la noticia, reacciona con saltos y gritos. "Ten cuidado", le dice, y le cuenta que toda la gente sentada frente al monumento está allí para ver ese momento.
Cuando llega la noche, la niña se sitúa de espaldas al famoso monumento de París y al finalizar la cuenta atrás, pulsa el botón. Las luces, que justo habían sido encendidas en ese momento, comienzan a brillar y ella, al darse la vuelta asombrada, cree que todo ha sido obra suya. "Qué alegría le ha dado encender las luces de la Torre Eiffel, ahora hasta cuando encienda las luces de su cuarto va a querer tener público".