Maya Pixelskaya muestra en Zapeando cómo serán las compras del futuro. Y es que cada vez compramos más por Internet, en concreto, un 82% de los internautas españoles compra online por lo menos una vez al mes.

Pero, ¿cómo serán las compras en el futuro? Sorprendentemente, parece que la compra física volverá a estar de moda, eso sí, en lugar de ir la persona a la tienda, será esta quien vaya al consumidor. Por ejemplo, Maya presenta el proyecto de una tienda móvil que va en busca del cliente. Esta recorre la ciudad conducida por una persona o de forma remota y funciona las 24 horas, cargando en su interior productos frescos, snacks y medicamentos sin prescripción médica.

Para entrar en la tienda basta con acercar el móvil al sensor para que las puertas se abran y, una vez dentro, solo se tiene que escanear el código de barras de los productos con el teléfono. Al salir, el importe se cargará automáticamente en nuestra cuenta bancaria. Este proyecto ya está siendo probado en Shanghái.

Además, el recorrido del vehículo va cambiando según las necesidades de los ciudadanos y es que la propia persona puede avisarle a través de su app para que su GPS haga una ruta para que llegar al consumidor. Y si las tiendas van a ti, ¿por qué no lo van a hacer restaurantes, hoteles y hasta oficinas?. Toyota ya está trabajando en ello con 'e-Palette', un concepto que pretende satisfacer necesidades de trayectos, comercio, restauración, logística y hasta alojamiento o entorno laboral.

Las empresas que recurran a él podrán centralizar las necesidades de su público objetivo en un vehículo autónomo y eléctrico disponible en tres tamaños totalmente personalizados. Así este vehículo puede convertirse en una tienda sobre ruedas, en un vehículo, en una habitación de hotel e, incluso, en espacios de trabajo.

Inventos históricos que se hicieron por error

Maya Pixelskaya muestra en el programa grandes inventos históricos que fueron fruto de un error como el marcapasos y el teflón. Por ejemplo, el marcapasos fue creado de casualidad por el ingeniero Wilson Greatbatch cuando en 1956 estaba trabajando en un grabador de audio que se colocaría en el corazón.