Maya Pixelskaya llega a Zapeando para poner en cuestión la vídeovigilancia y el reconocimiento facial. "Nos vigilan, no sé quién es, pero nos tienen vigilados", ha advertido Maya, y es que en China tienen una cámara de vigilancia por cada 12 habitantes.

Nosotros mismos también ponemos nuestro granito de arena porque no paramos de poner nuestro rostro en cámaras, aplicaciones o filtros de Instagram, sin pensar qué consecuencias tiene.

De hecho, China ya usa el reconocimiento facial para identificar quien sale a la calle en pijama e incluso lo impone en sus teléfonos. También Taylor Swift las utiliza en sus conciertos para evitar que acudan personas con antecedentes por acoso.

Nuestras caras son datos que interesa mucho controlar, la policía en Hong Kong utilizaba cámaras en las manifestaciones. Pero la resistencia se está organizando: Maya muestra algunos trucos para evitarlo.

Por ejemplo, existe una cámara de exclusión de vigilancia que bloquea el reconocimiento facial desde todos los ángulos, pero al ser transparente nos permite mantener nuestra identidad y expresiones faciales para interactuar con nuestro entorno. Aun así hay más opciones: una visera con un sensor integrado que superpone otras caras sobre el que la lleva. Su uso principal es despistar a los sistemas de reconocimiento facial, pero también puede usarse para cambiar de look.

Otra de las opciones es 'Privacy Visor', unas lentes que bloquean el reconocimiento facial. Pero, ¿cuánto cuesta burlar a las cámaras del futuro? En este caso, las gafas rondan los 220 euros.

Incluso el mundo de la moda ha decidido hacerle frente a la videovigilancia: ya existe una bufanda capucha con diversas caras que confunde a los sistemas de detección por exceso de información.

Evitar que nos vigilen puede compaginarse con dar rienda suelta a nuestra creatividad. Hay un sistema de camuflaje para barcos usado en la Primera Guerra Mundial. En este caso nuestra cara sería el barco.