El aumento del 8% en los precios de los hoteles respecto al año pasado ha generado un impacto significativo en los planes de vacaciones de muchos. Actualmente, la media por noche en un hotel se sitúa en 110 euros, lo que está llevando a los viajeros a buscar alternativas más económicas y, a menudo, insólitas.
En redes sociales se han vuelto virales casos como el de un grupo de chicas que decidió alojarse en una casa diminuta. En sus publicaciones, relatan las dificultades del lugar: "hay que tener cuidado porque puedes caerte en la vitro", describen, y añaden que encima de la cama hay moho y que el último escalón de la escalera es, literalmente, la ducha.
Otra alternativa que está ganando popularidad es dormir en furgonetas. En Gran Canaria, se puede pasar la noche en un Land Rover Defender por tan solo 11 euros. Sin embargo, este tipo de alojamiento viene con sus propias peculiaridades: está situado en mitad de un descampado, se duerme sobre palés, y se debe pagar un extra de 20 euros por la limpieza. Los propietarios explican que "debido a la alta demanda de alojamiento, deciden ofrecer su coche como un lugar para alojarse".
Además, algunos aventureros han optado por pernoctar en autobuses vacíos, donde los asientos han sido transformados en camas y encimeras improvisadas. La tarifa por una noche en este singular alojamiento es de 80 euros.
El alto coste de los hoteles está obligando a muchas familias a acortar sus vacaciones e incluso a renunciar por completo a sus planes de viaje. La búsqueda de alternativas económicas no solo refleja la creatividad de los viajeros, sino también la necesidad urgente de encontrar soluciones ante la creciente inaccesibilidad de los alojamientos tradicionales.