Sábado, 4 de mayo. El debate sobre un posible pacto de Estado se pone sobre la mesa. La negativa del Gobierno parece tan clara que el acuerdo no se ve en el horizonte. "La propuesta de pacto de Rubalcaba fue, que Rajoy retire su política económica y empecemos a pactar. Oiga, ¿pero qué cachondeo es este?,  se preguntaba el periodista Francisco Marhuenda.

Lunes, 6 de mayo. Rajoy al frente del Gobierno no duda. Aquí no habrá pactos. “A mí me hubiera gustado que quienes ofrecen acuerdo me hubieran apoyado en alguna cosa". El presidente del Gobierno aboga por el apoyo, pero sin ninguna concesión. El resto de partidos políticos tendrían que adaptarse a las políticas presentadas por el Ejecutivo.

Lunes, 13 de mayo. Aun así, Rubalcaba no pierde la esperanza y sigue pidiendo el tan deseado pacto. “Le dije, veo que usted no está por la labor de hacer un gran acuerdo, nosotros creemos que es importante que lo haya, por tanto me voy a permitir mandarle una propuesta a usted, en relación con ese gran acuerdo que creemos que necesita nuestro país”.

Martes, 21 de mayo. Aznar reaparece en la escena pública con la escopeta cargada. “Un pacto sustitutorio de la actual mayoría me parecería un error estratégico garrafal”. Quizá lo que menos se esperaba José María es que en ese momento y a pocos kilómetros su heredero popular se reunía con el expresidente Felipe González. El socialista veía así cumplidas sus peticiones. "No, no he tenido ocasión de hablar con él desde que llegó al Gobierno. Sí he sugerido alguna propuesta de hablar", decía González en una televisiva entrevista.

Felipe González había sido ya muy claro sobre los pactos. “Yo sé que Rubalcaba tiene la voluntad de hacer un pacto de Estado pero el Gobierno no cree que necesite pactar. Tiene mayoría absoluta y puede hacer su voluntad”. Poco o nada se sabe de esa reunión, pero lo cierto es que desde entonces algo ha cambiado.

Miércoles, 29 de mayo. La tensión se relaja en el Congreso. Rubalcaba ofrece acuerdos para llegar al Consejo Europeo de junio con una línea común. “Creo, señor Rajoy, que podemos alcanzar prácticamente la unanimidad en esta cámara y usted irá apoyado por todos los españoles. Usted será más fuerte en Bruselas y España será más fuerte en Bruselas”.

La sorpresa llega cuando Rajoy ya no dice que no: “Hay asuntos en los que efectivamente es posible llegar a un entendimiento y hablar en los próximos días, sería bueno que esta cámara defendiera una postura unánime”.

Y tan sólo 24 horas después, llega el primer acuerdo con la Ley de Transparencia. ¿Es éste el inicio de un pacto entre partidos?