Víctor es profesor en una ciudad mediana de Extremadura. Allí, apunta, "el trato que puedes tener con tus alumnos puede ser más personal": "Tengo una cercanía hacia mis alumnos de trato, de conocerlos, de encontrármelos por la calle habitualmente", ilustra.

Él apenas tarda 20 minutos en llegar al trabajo y paga 430 euros por un piso entero, algo impensable en una gran ciudad y ni se plantea trasladarse a una: "Prefiero vivir en Extremadura", sentencia.

Antonio, en cambio es profesor en un colegio de Madrid. Cada día tiene "una hora de desplazamiento" hasta el centro donde trabaja: "No sé si en las grandes ciudades o Madrid en especial vamos a otra velocidad", reflexiona este docente, que reconoce que "si es verdad que nos movemos muy deprisa".

La primera consecuencia de los ratios que hay en Madrid, apunta, es que "a la hora de hacer trabajos con los alumnos no es lo mismo tres clases de 10, 15 o 20 alumnos que tres clases de 30 alumnos": "Es indudable que eso te va a mermar", advierte Antonio. "Nunca he tenido clases con cinco y 10 alumnos pero entiendo que tiene que ser un modelo de clase diferente", agrega.

"Mi reto como profesor es conseguir que mis alumnos, que son de Extremadura, que además quieren esta tierra, se queden aquí, que encuentren aquí su futuro", asegura Víctor, mientras que Antonio asegura que le encanta que "los alumnos salgan fuera y hagan vida fuera de España".