Joaquín es taxista. Antes trabajaba en fábrica de Citröen, hasta que cerró. Pintaba coches. Cuando le echaron, cambió la pintura por el volante. Con él recorremos los 30 kilómetros separan París de la fábrica de Citröen en Aulnay-sous-Bois.

En la puerta nos espera Iñaki, otro despedido de Citroën. De padres vascos, este hombre, ahora en paro, vio nacer y morir la planta. Empezó fabricando un coche como el Citröen DS, el primero al que se enfrentó la plantilla de Aulnay en 1973.

Después llegó la crisis, la caída de las ventas. Y el cierre. 3.000 trabajadores a la calle que respondieron así. Las protestas de los trabajadores obligaron al Gobierno francés a reaccionar. Presionaron a la cúpula de Citroën para cerrar la planta de Madrid y no una gala.

Al final, Citroën no cedió y cerró la planta de París. En Madrid respiraron tranquilos. Citroën cerró su planta de Francia y apostó por la española de Villaverde. En Puerto Real, Cádiz, sufrieron la otra cara de la deslocalización.

Delphi desmanteló su fábrica en España y se la llevó a Polonia. Fue antes de la crisis. Entre 2007 y 2008 se perdieron más de 100.000 puestos de trabajo. Antonio es víctima de la deslocalización. Hoy pasea entre los escombros de la antigua fábrica de Delphi, el mayor productor de piezas de coches de todo el mundo. Trabajó aquí durante 21 años.

Él es uno de los 500 trabajadores que, ocho años después, continúa parado. No ha vuelto a encontrar trabajo. En Delphi, formaba parte del comité de empresa. Le tocó estar en la reunión en la que anunciaron el cierre.

Muchos de los que sufren esa "situación dramática", viven hoy encerrados en la sede de  los sindicatos de Cádiz capital. La mayoría de ellos son padres de familia que sobreviven con la ayuda para parados de larga duración. Los compañeros que pudieron prejubilarse cuando Delphi cerró, les ayudan cada día para poder comer. La de Pedro es una situación límite desde hace ya muchos meses. En su casa solo entran 426 euros al  mes.

La Junta de Andalucía organizó cursos de formación y concedió ayudas millonarias para pagar sus sueldos con dinero público. En total, 140 millones de euros. Y prometió que llegarían empresas capaces de crear 4.000 puestos de trabajo. Pero hoy, la zona industrial de la bahía de Cádiz es un erial. La tasa de paro aquí es superior al 43%. Una de las mayores de toda Europa.