'Fachavales'
"Ser facha está de moda": cómo la ultraderecha se disfraza de punk para seducir a los jóvenes (y por qué es una trampa)
Aunque la ultraderecha se intente envolver en un halo de rebeldía, sus postulados nada tienen que ver con el movimiento punk del que se pretende disfrazar: el punk, por definición, es "antirracista, antisistema y antifascista".

Una ola ultra arrasa entre los más jóvenes. Concretamente, entre los hombres jóvenes, porque las chicas se sitúan más a la izquierda. Pero, ¿de dónde salen estos 'fachavales'? laSexta Columna analiza por qué los chicos se abrazan cada vez más a postulados de extrema derecha, adoptan discursos machistas y antiinmigración y por qué los asumen, además, como un supuesto gesto de rebeldía.
Una clave la encontramos en figuras como el argentino Javier Milei, que se presentan como representantes de un pretendido punk antisistema que no es tal, como explica Anna López, doctora en Ciencia Política. "Es un 'parasitismo ideológico'. Ellos adoptan diferentes ideologías para presentarse como homologables a la ciudadanía, cuando en realidad su ideología es autoritaria, racista y xenófoba y es antagónica respecto al movimiento punk", resume.
Pero es una tendencia a la que también se ha sumado la ultraderecha española y que vemos representada en las calles en jóvenes que van de rebeldes, con costumbres como alzar el brazo al son de la música y aplaudir discursos que nada tienen que ver con lo que verdaderamente significa el punk. Un movimiento, recuerda López, que "nace de la precariedad laboral" y que es "antirracista, antisistema y antifascista".
En cambio, apunta, "la extrema derecha no lucha contra el sistema, sino que deshumaniza a aquellos que el sistema ha marginado", como los migrantes, las mujeres o el colectivo LGTBI. "Con lo cual es una trampa dialéctica revestirse de rebeldía", advierte la también autora de 'La extrema derecha en Europa'.
Una supuesta rebeldía que se enfrenta, por ejemplo, a la Agenda 2030, un pacto avalado por la ciencia y firmado por 193 países, que tratan de demonizar por cosas tan 'peligrosas' como luchar contra la pobreza, buscar la igualdad de género o combatir el cambio climático. "Parece una manera de sentirse moderno, convertirte en una persona extrema y adoptar ese discurso y por supuesto es su forma de ser rebelde y de darle en las narices a los profesores", apunta por su parte Isabel Abellán, profesora de instituto jubilada.
"El ser facha está de moda, especialmente entre los jóvenes", señala a su vez López. "Se ha resignificado, ahora ya no es un adjetivo despectivo o un insulto, sino que sinónimo de rebeldía o de luchar contra aquello 'políticamente correcto'. Y esto lo ha promovido originalmente la extrema derecha, especialmente influenciado por la doctrina Bannon, y parte de la derecha, como representa Isabel Díaz Ayuso", agrega.
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