Joaquín Ruíz-Jiménez, embajador de España en el Vaticano en tiempos de Franco, fue el hombre al que se le encomendó la misión de firmar un concordato con el Papa Pío XII. En el archivo de la Universidad Carlos III hay un lugar especial para los documentos de Ruíz Jiménez donde se pueden ver las fotografías de la visita de Carmen Polo, la esposa del dictador, a Roma y el borrador de aquel concordato que todavía hoy sigue condicionando las relaciones de España con la Iglesia.

Como muestra laSexta Columna en el vídeo sobre estas líneas, en él se recogen sus beneficios jurídicos, fiscales y educativos. "En el caso jurídico pues los efectos civiles del matrimonio canónico, en el caso de los privilegios educativos, pues imponer la religión católica como asignatura obligatoria en todos los niveles y en todas las escuelas", explica el doctor en Teología Juan José Tamayo.

En aquel concordato se reconocía a la "religión católica, apostólica y romana como la única de la Nación Española". El Vaticano recibía a la dictadura, que aquellos días llenaba la panza de patriotismo, con un menú a base de huevos fritos a la española y ternera a la andaluza. España, por su parte, 'peloteaba' al Papa Pio XII empujando a peregrinar a los españoles para que demostraran su fe ciega ante el Vaticano.

El concordato entre el Vaticano y España se firmó en agosto de 1953. Tras el acuerdo, Ruíz-Giménez fue premiado como ministro de Educación de Franco, aunque con los años se alejó tanto del régimen como del Concordato que él mismo había negociado. "Él cree que no tendría que haber ya ni concordato, ni que la Iglesia tuviera que ser sostenida con dinero público", comenta Javier Muñoz, profesor de Historia de la Universidad Complutense.