En el verano de 2011 tocaba con brío la campana de Bankia. En el invierno de 2013, tenía que aguantar cómo un diputado catalán le amenazaba con un zapato. Rato se hundió con Bankia: la abandonó justo antes de que fuera rescatada. En lo más duro de la crisis, con más de seis millones de parados y los recortes más duros de la democracia, el Gobierno destinó 22.000 millones de euros para intentar salvar la entidad.

Su gestión en Bankia no sólo le otorga el título de peor directivo del año, según ‘Bloomberg’: Le hace ganarse su primera imputación. El juez Andreu le acusa por fraude y malversación de fondos en la salida a bolsa.

Dos peritos del Banco de España emiten un informe demoledor. Concluyen que “Bankia salió a bolsa con las cuentas maquilladas”. Fueron las querellas de UPyD y 15MpaRato las que lograron llevarle a la Audiencia Nacional.

Acostumbrado a los grandes sueldos, aquí no podía ser menos. La suma anual que Rato cobraba en Bankia superaba los dos millones de euros. Pero no le debía parecer suficiente, menos mal que tenía su tarjeta black. Con ella se gastó en un año, entre otras cosas, 99.041 euros en ropa, alcohol o perfumes.

Fue entre 2010 y 2011, pero nada se supo hasta tres años después. Hasta que el juez le pidió explicaciones y el Gobierno empieza a marcar distancias. Ni Rajoy puede esta vez escapar de la prensa. Eso sí, Rato ya no es Rato, ahora es “la persona por la que usted se ha interesado”. Tres días después, Rodrigo Rato se da de baja del partido.

Perdió el carné y perdió tres millones de euros, los que tuvo que depositar de fianza por el caso de las tarjetas. Las black han manchado su nombre, más incluso, que la ruina de Bankia.

Pero sus pesadillas con la justicia no acaban aquí. Porque, aprovechando la declaración por las tarjetas black, el juez le preguntó por otro asuntillo: el del ‘banco Lazard’, el banco de inversión del que Rato fue director y al que contrató después para asesorar sobre la salida a bolsa de Bankia. Montante total de la operación, más de seis millones de euros.

Las preferentes, Bankia, las tarjetas black, Lazard y el presunto blanqueo de ahora… Nunca un vicepresidente del Gobierno de España tuvo un futuro judicial tan poco alentador.