En España, la Iglesia estaba acostumbrada a salirse con la suya, sobre todo en la enseñanza, tanto que, como apunta Reyes Mate, jefe de Gabinete del Ministerio de Educación con el primer Gobierno de Felipe Gónzález, "al ministerio de Educación le llamaban cuando llegamos nosotros 'monasterio de Educación'".

Tan profundos fueron los cambios que propuso el PSOE para que el 'monasterio' se convirtiera en un ministerio, que hubo un artículo sobre educación que estuvo a punto de hacer saltar por los aires la Constitución. "El artículo más complicado de la Constitución fue el 27", afirma Mate, que explica que ahí "se enfrentaban dos tradiciones muy distintas sobre educación": "La del PSOE, con educación obligatoria, pública y laica, y luego la católica, que hablaba de libertad de enseñanza, un término muy equívoco porque la Iglesia persiguió a los que defendían la libertad de enseñanza cuando tenía el monopolio", comenta. 

Encontrar el equilibrio Iglesia-Estado pasó entonces por negociar con alguien que acabaría teniendo mucho peso en la jerarquía eclesiástica: Rouco Varela, que estuvo presente en la redacción de la nueva ley de Educación en los 80 y no se lo puso fácil a Reyes Mate. "Me entrega unos folios llenos de tachaduras y se lo paso al ministro, que se indignó porque venía a decir que la educación era un asunto de derecho natural de los padres, que delegaban en la Iglesia, y por tanto la Iglesia es la competente en educación, no el Estado", recuerda.