Con el final de la Segunda Guerra Mundial, los supervivientes de los campos de concentración emprendieron un viaje para llegar a un nuevo hogar. Cuando el barco Exodus llegó a las costas palestinas, los británicos no les dejaron desembarcar y los judíos difundieron la noticia en los medios europeos. 

Para entonces Reino Unido había anunciado que se iba de Palestina. Los atentados contra sus instituciones eran constantes, así que decidieron quitarse de encima el problema. Trajeados delegados de Naciones Unidas fueron a visitar Palestina para decidir cómo repartirla. Occidente iba a darle una patria a los judíos en una tierra habitada por otro pueblo aunque los países árabes votaran en contra. 

Según la propuesta de la ONU, la antigua Palestina quedaba dividida en un Estado árabe y otro hebreo y Jerusalén se convertía en una ciudad internacional. A la alegría de los judíos que bailaban en las calles y enarbolaban banderas de Israel siguieron los disturbios. Fue la primera guerra árabe israelí. Cuando terminó, cerca de un millón de palestinos habían sido expulsados de sus tierras. Ahora los refugiados eran ellos. Mientras, Israel había proclamado su independencia y de paso expandido sus fronteras más allá.